Lo que sigue es una glosa, una glosa en el sentido literal del término, una serie de anotaciones y comentarios al margen y “a mano†en un texto ajeno, en este caso la cita literal del párrafo de David Le Breton que os incluà en mi post anterior, “Caminarâ€, de este pasado mes de julio, y que os voy a ir transcribiendo entrecomillado y en cursiva. Ya sospecho que voy a tocar temas ya tocados entonces, pero pretendo hacerlo de manera distinta, de forma más poética, como si realmente estuviera glosando el antiguo texto de un bardo anónimo... Y también pretendo no entrar al trapo en la idea del caminar como acto de resistencia, porque os prometà un monográfico y mantengo la promesa... El caso es que el texto empieza directamente con este asunto... Bueno, a ver si consigo todo esto que pretendo... Deseadme suerte.
“En una sociedad tecnificada y posmoderna como la nuestra, un acto simple y gratuito como el de caminar es una forma de resistencia, a la vez que una provocación. Caminar es dar una patada a la modernidad.â€
La modernidad, la modernidad... Qué cosa más interesante, ¿verdad?... La modernidad, que incorpora los conceptos acuñados paciente y sangrantemente desde la Antigüedad, el Renacimiento y la Revolución Francesa, pero ahora convertidos gracias al impresionante desarrollo tecnológico de los últimos decenios en posmodernidad... Yo no quiero darle una patada a la modernidad, la modernidad me ha modelado y me siento su heredero... La modernidad me hizo hombre, un hombre mentalmente libre para buscar inspiración donde fuera, también en los enormes logros de los clásicos de la Antigüedad, injustamente olvidados durante siglos... Y me hizo ciudadano, un hombre polÃtica y socialmente libre para intentar decidir en la medida de mis posibilidades cómo influir en la vida colectiva, cómo ejercer mi condición de “zoon politikonâ€, y para respetar lo decidido y respetar a mis conciudadanos... No, el problema no es la modernidad, es la posmodernidad, y no en el sentido estrictamente tecnológico sino en el de haberse convertido en un entorno perfectamente orquestado para adocenar nuestras mentes y homogeneizarnos a cualquier precio, generalmente el precio que podamos pagar por entrar en la rueda... Con la perversión añadida de que, simultáneamente, enaltece nuestros pobres egos haciéndonos creer únicos... SÃ, una patada a eso sÃ, desde luego, mientras me quede fuerza en las piernas, que me queda...
“Caminar es abrirse al mundo.â€
Lo es, sin duda. He viajado poco, y en ese aspecto me he abierto poco al mundo, en el sentido más literal de la expresión. Pero creo ser bastante consciente de cómo es, que para eso vivimos en la era de la información, dicen... En todo caso, caminar sirve para abrirse al mundo en el sentido más cosmológico o integral, más que especÃficamente humano, porque caminar te muestra a cada paso la belleza del mundo y de la vida que lo habita, su hermosa terquedad por persistir, por cumplir su destino de simplemente vivir.
“Caminar devuelve al hombre al sentimiento feliz de la existencia.â€
Una existencia sencilla pero plena, una existencia que combine nuestras facultades mentales con las prestaciones de nuestro cuerpo, ambos aspectos en perfecto equilibrio... Una existencia que, partiendo de la realidad innegociable de que somos materia y no materia, pueda propiciar al final de una jornada cualquiera la afirmación de que “soy feliz porque hoy me he realizado como ser humano, hoy he desplegado todas mis potencialidades, hoy he desarrollado todas mis facetas humanas, tanto las posibilidades de mi cuerpo como las de mi espÃritu.â€
“Caminar permite pensar, preguntarse, meditar.â€
Avanzar al ritmo pausado de un sarrio en el roquedo,
moverme como él para saber qué hago,
como él pero con la herramienta de mi inteligencia
para saber también para qué y por qué lo hago...
“Caminar da una nueva dimensión al tiempo y al espacio.â€
Ah, el espacio-tiempo, esa trampa perfecta que nos atrapa en nuestras propias vidas, en una dimensión concreta sin posibilidad de enmienda... SÃ, tal vez caminar permita sortearla, o al menos proporcionarnos la ilusión de conseguirlo... A mà me la ha proporcionado muchas veces, permitiéndome creer que el tiempo en la montaña transcurre de manera distinta, con un ritmo más natural y acorde con mi condición estricta, modesta y orgullosamente humana, permitiéndome creer que el espacio es en verdad eso que abarcan mis piernas, y si acaso eso que contemplan mis ojos en lontananza, que quizás mis pies no recorran en esta ocasión pero que está ahà al alcance de mis sentidos sin violencias tecnológicas... Permitiéndome incluso creer que soy quien no soy exactamente, permitiéndome creer que puedo luchar contra el paso del tiempo como absoluto que delimita mi existencia, permitiéndome también relacionarme con personas a las que tendrÃa que haber conocido en contextos espacio-temporales diferentes del mÃo, relaciones un tanto desconcertantes e incluso a veces frustrantes, pero siempre enriquecedoras... En definitiva, proporcionándome una ilusión de victoria sobre esta implacable doble dimensión que atenaza tantas cosas... Tal vez una vana ilusión, pero una ilusión que ha sido y aún es hermosa... E imprescindible.
“Caminar implica un estado de espÃritu, una humildad y una nueva manera de mirar el mundo.â€
SÃ, la humildad de las criaturas que encuentras en el camino, la modestia de un pequeño ciempiés recorriendo la terraza del refugio de Espingo, la sencillez de un limaco que cruza lentÃsimo una senda y que consigues evitar desviando la zancada, la naturalidad de una chova que te observa y observa las migajas que caen de tu boca y de tus manos... La humildad de comprender que todos estamos en el mismo barco sin capitanes ni grumetes, que somos navegantes autogestionarios hermanados en la azarosa singladura de la vida, un viaje por el mundo, que es el océano de nuestra travesÃa... SÃ, un estado transformado del espÃritu, porque sin vernos todos como compañeros de viaje, y sin ver nuestro viaje como un tránsito casual y extraordinario, nuestro espÃritu no dejará de ser mezquino y miserable.
“Caminar es una forma de conocimiento.â€
Pues qué deciros que no venga diciendo desde hace un rato y no vaya a seguir diciendo en el siguiente... Si caminar no es una forma de conocimiento, si no lo veis asÃ, os preguntaréis qué hacéis leyendo todo esto... Y yo me preguntarÃa qué rayos hacéis leyéndolo...
“Caminar es una travesÃa del silencio.â€
El silencio del hombre frente a sà mismo,
solo, en competencia con su complejidad,
sin testigos con los que distraerse,
afrontando el silencio como matriz de crecimiento
porque las respuestas se obtienen solo y en silencio.
“Caminar es una invitación a una filosofÃa primigenia, simple pero esencial.â€
En un entorno mecanizado como el nuestro, el mero hecho de desplazarte de un lado a otro del espacio fÃsico utilizando tus propios medios genera de forma casi automática una baterÃa de preguntas, la primera de las cuales serÃa ¿cómo es esto posible?, seguida por cosas como ¿por qué lo hago?, ¿para qué me sirve?, ¿cómo es que puedo preguntarme todo esto?... Aquà tenéis un armazón básico para ir obteniendo respuestas básicas, en definitiva una filosofÃa primigenia, simple pero esencial. No os impacientéis si os parece que tardáis mucho en construir algo mÃnimamente convincente... Una vida podrÃa no ser tiempo suficiente para conseguirlo. Ante todo mucha calma...
“Cuando el caminante se pregunta de dónde viene, a dónde va, quién es él, se convierte en filósofo.â€
Parece ser que grandes pensadores caminaron mucho. No lo dudo, no me sorprende. Algunos pergeñaron algunos de los sistemas filosóficos más complejos del pensamiento humano, pero esto se debió a que eran realmente buenos, auténticos “cracsâ€, que dirÃamos ahora. No es necesario llegar tan lejos, basta con meditar un poquito mientras se camina para aproximarse al porqué de nuestra presencia aquÃ, ese misterio enorme... Incluso en clave de humor, por qué no:
Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos,
estamos solos en la galaxia o acompañados...
SÃ, incluso los Siniestro Total, que al menos caminaron a destajo por las calles anochecidas de Vigo, se convirtieron en filósofos...
“No se sigue un camino. El camino nos hace y nos deshace, nos inventa.â€
Uhmmm... qué bonito, de verdad... Desde luego que me viene Machado a la cabeza, pero no es ésta mi intención... El camino es una extrapolación de nuestras vidas, que seguimos sin haber sido previamente trazadas, que trazamos en buena medida improvisando sobre la marcha, y por lo tanto nos hacen y nos deshacen, nos inventan. El camino serÃa como un laboratorio, una realidad controlada y a escala que nos permitirÃa jugar a vivir y ensayarlo, adiestrarnos para la vida... A ver si será por esto que me da la impresión de que quien camina es capaz de gobernar mejor, o menos mal, su vida...
“Pero caminar no es simplemente practicar un deporte. Caminar es una invitación al placer, al reencuentro con las sensaciones del cuerpo, al redescubrimiento y el gozo de los sentidos.â€
¡Qué enorme verdad, al menos para mÃ! No fui deportista ni de niño ni de adolescente, lo que no quita para que me pegara mis panzadas de nadar en la playa y de montar en bici solo o con los amigos. Pero no era por hacer deporte, era por disfrutar del mar, de la libertad de moverme a mi antojo y de la compañÃa... Ése es el concepto clave, placer y disfrute... Sigue siéndolo. Caminaré mientras obtenga placer, el placer de sentir mi cuerpo en pleno funcionamiento, pero sobre todo el placer de recorrer y contemplar sitios hermosos, de sentirme lleno y feliz en según qué lugares alcanzados por mis propios medios, el placer de disfrutar de mis compañeros de viaje. Ah, el gozo de los sentidos... Hace mucho tiempo escribà esto:
La ladera, atacada en diagonal, va prolongándose como un plano inclinado y pulidamente blanco, casi marmóreo y extrañamente brillante en medio de la sombra que la embarga. El reflejo en ella de las cimas de enfrente, deslumbrantes de sol, produce la sensación de caminar por un cristal con luz interior; una luz perla, tamizada, una aureola especialmente captada en las fotografÃas. Las botas apenas muerden la nieve endurecida, apenas dejan rastro, pero se adhieren con precisión y la superficie que las sustenta rechina levemente a cada paso, emite un apagado crujido que acompaña y estimula, un gemido indescifrable. Un poco más allá, casi bajo el collado, la sombra persistente de los meses de invierno ha consolidado incluso la capa superficial, y el delicado equilibrio de la adherencia anterior se desvanece. Son ahora los crampones los que dejan su rastro punteado, imperceptible, perforando apenas esa superficie de raras cualidades, generando una resonancia acompasada y hermosa en la pared próxima, en el absoluto silencio. Con cada paso, un suave estremecimiento penetra por las suelas y asciende por la espalda hasta las sienes, donde se acopla al pulso acelerado. En el collado aguarda el sol, y, con él, el calorcillo desentumecedor que invita al descanso, aunque breve. Allà existe la luz, y un viento ascendente desde los valles elevados que trae un vago aroma de hierba y chimenea, de rusticidad de cabaña allà abajo, donde la nieve cede a los pastos y los bosques. Al fondo, en la cima, despega con esfuerzo Ãmprobo y perenne una banderola de nieve aventada, ingrávida, desmenuzada en fragmentos tan ligeros como el aire. OÃdo, tacto, vista, olfato... Todas las percepciones entran en juego conformando el placer de la montaña.
Lo tenéis completo en http://gerardo.madteam.net/posts/2007-09/impresiones.../
“Existe una ética del camino que nos ayuda a acercarnos al sentido de la vida. Caminar sin fin para no llegar a ninguna parte no pretende conjurar el transcurso del tiempo y la llegada de la muerte que inevitablemente es el fin de todo camino. La meta es el camino.â€
Vaya... El sentido de la vida... Es un problema de difÃcil solución... si otras cosas lo tienen, porque la vida no... (ajajaja, lo siento, ahora estoy escuchando lo que estoy escuchando y pasa lo que pasa...... ¡Vigo es una nacioooooónnn!!!...)... Probablemente el único sentido de la vida sea la vida, vivirla, que es lo mismo que decir que la meta es el camino, que el sentido del camino es caminarlo... En realidad deberÃa ser muy simple, y la sencillez del acto de caminar nos acerca seguramente a esa sencillez esencial, dirÃa que existencial... Reconozco que no me está resultando un tránsito fácil el llegar hasta estas conclusiones, pero caminar me ha ayudado a acercarme a este axioma: el único sentido de la vida es vivirla. No, no os equivoquéis, no es una “boutade†o una verdad de perogrullo, porque si lo fuera no habrÃa que repetirla y repetÃrnosla a nosotros mismos machaconamente. No, es algo a priori tremendamente difÃcil de entender, al menos para la visión antropocéntrica del mundo occidental que hemos mamado, porque supone reconocer que no somos nosotros los que le damos sentido a “nuestra†vida, sino la vida, que no es nuestra, la que nos da sentido a nosotros. Una bárbara y edificante cura de humildad, un proceso propiciado por el acto de caminar y sus connotaciones (sÃ, ya lo sé, algunas otras cosas seguramente también lo propician, no muchas... Pero el acto de caminar como la que más...).
Sostienen muchas corrientes filosóficas y religiosas que el sentido de la vida es prepararse para la muerte. No comparto esta visión, que encuentro triste, conformista, elusiva e inhibidora. Pero sà asumo hasta la médula que la muerte forma parte de la vida. Efectivamente, caminar y caminar no sirve para evitar lo inevitable, inevitable porque vivir también es morir, pero sirve para intentar disfrutar y ser feliz durante el trayecto. SÃ, ser feliz, un derecho natural e inalienable de todo ser humano, vertiginosamente lejos de ser universal a la vista de lo que ocurre en una buena parte del planeta, e incluso en nuestra sobre abastecida, selecta y posmoderna parte del planeta. Por lo tanto, y mientras podamos, caminemos, caminemos y caminemos, sÃ, e incluso hagámoslo hacia “ninguna parteâ€, no tiene importancia porque la meta siempre está dentro de nosotros... Nos os quejaréis los perezosos, ¡¿eh?!, porque más cerca imposible...
PD:… más cerca imposible… ¿Más cerca imposible..?
PD y 2: acabo de localizar por internet parte del texto del libro de Le Breton "Eloge de la marche", a donde pertenece el párrafo glosado, en esta dirección:
http://books.google.com/books?id=9qULHo5I2SoC&printsec=frontcover&dq=eloge+m
No esta Ãntegro, pero si vais bien de francés y no os importa leer directamente de pantalla (porque me parece que no se puede imprimir...), pues estupendo para hacer un "tast" antes de cotizar. No os puedo decir si se ha traducido al castellano o al catalán, pero me da que no.
PD y 3: no he leÃdo el libro de Le Breton, todavÃa no. Mi glosa es exclusivamente sobre el texto transcrito, sin conocer nada más del libro. Son reflexiones personales sobre estas palabras concretas del autor, sin conocer apenas nada más de él ni de su sistema de pensamiento...