A TV3 le ha dado por poner este pasado domingo 23 por la tarde “Into The Wild”, una película a la que le tenía ganas hace tiempo y que no me esperaba poder ver en una tele normal un fin de semana, momento de morralla cinematográfica como ninguno... Se agradece, aunque se hayan quedado a gusto con la traducción, “En mig de la natura”, “En medio de la naturaleza” en castellano, un título que en mi opinión despoja a la historia del componente “salvaje” que la define y que aparece en el título original en inglés. En esta peli del 2007, el actor Sean Penn, metido a tareas de director, se dedica a pasar a imágenes la novela homónima de John Krakauer, basada en la vida real de Christopher McCandless, un chico de familia acomodada que envía su brillante futuro a la porra en pos de un sueño, Alaska... Bueno, bueno, no nos precipitemos todavía... Sólo deciros ahora que ese “sueño” aparece perfectamente arropado por la música y la voz cálida y preciosa de Eddie Vedder, un placer para los amantes de Pearl Jam como yo... Y que formalmente la película es hermosa, en ciertos momentos casi perturbadora, y eso que a veces abusa de los planos demasiado cortos en mi opinión, un mal muy general en el cine contemporáneo... Pero a ver, que esto no es un blog sobre cine...
Se trata de una aparente “road movie” en la que el protagonista, según va viajando e interactuando con las personas que encuentra en el camino, va desprendiéndose de los lastres que le rodean, de los lastres de una sociedad de consumo que no parece ofrecer alternativas, de una sociedad basada en el éxito externo y material, en la apariencia y quizás en tremendas dobleces morales… En este aspecto, su actitud de rechazo hacia todo esto le convierte en un resistente, quizás en un resistente de verdad, en el tipo de persona que ha hecho de la resistencia su forma de vivir. Podríamos hablar mucho rato sobre esto, así como sobre si la “civilización” que desprecia no es en realidad mucho más salvaje que su sueño... Es un asunto apasionante... También daría para rato la cuestión de la "alegría", por llamarla de alguna manera, con la que el protagonista afronta su incursión en el mundo salvaje, una mezcla quizás de desconocimiento e imprevisión... Pero son los aspectos subjetivos de su historia, sus motivaciones e impulsos, los que han sido como un detonante para ponerme a escribir.
Y es que ante todo estamos ante un viaje mental, me parece a mí, un periplo aparentemente físico por territorios interiores en búsqueda del autoconocimiento. El protagonista ha alcanzado a sus veintipocos años la certeza sobre la vaciedad de su vida, y lo que es más poderoso e inquietante, sobre la vaciedad de la vida que le espera... Es verdad que la película intenta explicar en clave de problemas familiares esa convicción (el papel de la hermana hablando de ello, una especie de voz en “off”), pero esta clave explicativa, aun siendo necesaria, en mi opinión le resta contundencia a lo que más me atrae: esa convicción inflexible y finalmente un punto “suicida” de lo que tiene que hacer con su vida... Ah, aquí viene otro punto fuerte, lo que tiene que hacer es irse a Alaska... Alaska, Alaska... No he estado nunca en Alaska, y no sé si podré ir alguna vez, pero en mi propio imaginario Alaska representa exactamente lo mismo que para él, la vida en estado intensamente puro y salvaje (la sombra de las películas norteamericanas es alargada: westerns, tramperos, aventuras...). Supongo que Alaska simboliza para él la naturaleza total, como para mí, desde mi óptica montañera, simboliza eso que he tastado en cordilleras más próximas, pero llevado a su extremo: la montaña total. En definitiva, ese lugar donde sentirse intrínsecamente libre y dueño de tu destino a cada segundo, ese lugar en el que poder experimentar tu vida sin apriorismos ni consecuencias, donde ser un auténtico y “buen” salvaje, donde ser eso que no nos atrevemos a ser… Sí, a pesar de ser una libertad también condicionada, porque la Naturaleza siempre impone su ley, una ley neutra pero carente de toda compasión.
Lo que más me interesa de esta historia no es tanto el por qué focaliza su ansia de libertad en un lugar así, porque para mí está muy claro, y sospecho que para muchos de vosotros también. Todos lo entendemos, y seguramente incluso lo compartimos; puede ser Alaska o no, pero todos tenemos en la cabeza cómo debe ser más o menos ese lugar... No, lo que me tiene fascinado de verdad es cómo focaliza esa ansia, la intensidad con la que asume ese compromiso íntimo de forma absoluta, sin componendas con nada ni con nadie, sin medias tintas, con una integridad y un rigor que se me antojan escalofriantes... Y me fascina porque supongo que es aquí donde pueden empezar las discrepancias, o las diferencias de visión... Muchos de nosotros en un momento u otro de nuestra vida hemos podido llegar a conclusiones parecidas a las de Christopher, auto rebautizado como Álex en su nueva vida. Incluso sabemos que seguimos saliendo al monte en el fondo por lo mismo, buscando lo mismo, tratando de paliar y combatir los ahogos de la vida normal, buscando aire... Pero no conozco ningún caso de entrega tan íntegra a la terapia, esa terapia que en mayor o menor medida todos compartimos. Todos la seguimos, todos nos administramos las dosis que podemos o consideramos necesarias, pero no conozco a nadie que se haya tomado el bote de pastillas de golpe...
¿Entrega íntegra, o “integrismo”? Una pregunta con cierta mala leche por mi parte, lo sé... Antes hablaba de discrepancias, de diferencias de visión... ¿De visión, o de valor?... Sí, más mala leche, pero esta vez recibiendo yo, por descontado, porque me resultaría tan sencillo concluir que el valor me falta a mí, no a él... ¿Dónde se originan las diferencias en el grado de entrega a esta pasión que compartimos? ¿Era más valiente que nosotros? ¿Dejarlo todo es más valeroso que quedarse a dar la cara en el día a día? ¿Es tan importante ser valiente? ¿En dónde reside la valentía? ¿Esa capacidad de renuncia a tantas cosas en pos de un sueño es sana o equilibrada? ¿Es ésa la auténtica libertad? ¿Es eso la felicidad? ¿Realmente tenía las cosas tan claras, o era un idiota insensato? ¿Es conveniente ser tan radical, o mejor tratar de maniobrar cerca del “justo medio” de los sabios griegos?... ¿Simplemente estaba más loco que otros? Buf, se acumulan las preguntas... Y vaya, sólo puedo responder por mí y a duras penas, intuyendo algunas respuestas.
Un viaje interior, un viaje interior hacia la consecución de un sueño... Alaska es un lugar interior, quizás, un estado del espíritu, un “shangri-la” mental, y visto así acceder hasta Alaska no exige abandonar tu vida habitual, tus ocupaciones normales, los compromisos impuestos o queridos que has acabado asumiendo. Visto así, incluso nuestras visitas fulgurantes a nuestras “alaskas” de por aquí cerca serían superfluas, desde luego. Probablemente, si estuviéramos de verdad adiestrados en el control de la mente ni necesitaríamos salir a la montaña... Huimos a la montaña, nos evadimos a la montaña, en ella tratamos de compensar nuestras carencias, en ella logramos quitarnos de en medio, en ella conseguimos dejar de dar la cara por un rato, quizás en ella experimentamos la fuerza que nos falta en la brega cotidiana y vivimos la libertad que con frecuencia se nos niega... Álex asumió este rol de manera deliberadamente literal e irreversible, y podría acabar concluyendo que fue un cobarde... El anciano solitario que le propone adoptarle en un momento concreto de la película, le pregunta que de qué está huyendo... Ah, pero también es fácil tachar de cobardes a aquéllos que hacen lo que nosotros no nos atrevemos a hacer, ah, es tan fácil... Y buscar excusas, decir que era un fanático, un insensato, que estaba como una cabra y sobre todo eso, que era un redomado cobarde inadaptado... Quizás lo que estaba haciendo era ejercer su libertad de manera absoluta, sin contemplaciones, de una forma tan rotunda que nos deja en los labios un rictus que entremezcla la admiración y el reproche, de una forma involuntariamente insultante porque nos arroja a la cara nuestras limitaciones y nuestros miedos.
Yo no aguantaría seguramente ni una semana viviendo por mis propios medios en ese autobús abandonado en medio de la nada. Soy desastroso para el bricolage, sé realmente muy poco de la vida natural, y me cuesta imaginarme despiezando el cadáver todavía caliente de un alce... Sí, ya sé que a fuerza ahorcan y que todo se aprende, pero me cuesta imaginarme... He estado en el monte infinidad de veces, pero siempre en dosis de pocos días y con el soporte de la tecnología, con mis hornillos y mis liofilizados y mis no sé qué... Y siempre sabiendo que tengo la “civilización” por ahí cerca, y que incluso quiero volver a la vida “civilizada” una vez oxigenado. ¿Porque me encuentro bien en ella, con sus comodidades y sus servidumbres, o porque no tengo coraje para lo otro, para buscar mi Alaska, como Álex? Ah, una buena pregunta.... Tal vez Álex tenía muy claro qué quería hacer con su vida, qué quería “ser de mayor”... Y en cualquier caso no le importó poner en juego su integridad física para conseguirlo. A veces me da la sensación de que esta integridad se contrapone a la otra, a la mental, no sé por qué… Resulta incordiante percibir que lo que puedas hacer para garantizarte tu bienestar físico puede ir en detrimento de tu libertad interior, muy incordiante...
Como estáis viendo, todo esto es una especie de enorme bucle mental, e incluso argumental, porque entremezclo todos los parámetros sin conseguir desbrozar la senda... Y también estáis viendo que no tengo respuestas claras, que seguramente ni siquiera tengo respuestas... Imagino que ésta es la causa de tanto batiburrillo... Haré un esfuerzo, al menos por sistematizar las posibles alternativas. Álex pudo ser un iluminado, un extremista enloquecido por una obsesión, y su final, que manifiesta una falta total de previsión, podría apoyar esta tesis; aunque desde luego no era un suicida, en absoluto, y las circunstancias de su muerte lo demuestran. Desde este punto de vista, ¿os habéis preguntado el por qué de la presencia del autobús en medio de la nada, en un lugar al que ni se sabe cómo ha podido llegar? ¿Ya no queda nada virgen? Probablemente... Y os dais cuenta de cómo el hallazgo de ese autobús inexplicable, el "autobús mágico" que le llama él, supone algo a lo que se aferra casi con desesperación porque si no su supervivencia estaba en juego casi de manera inmediata.... Um, reflexiones sobre la cuestión, una pila... No sé.... Alguien que se lanza a la aventura salvaje y lo que le permite aguantar allí resulta ser un artefacto fuera de contexto, un cacharro absurdo... O el hecho de su bisoñez evidente en este mundo salvaje, tal vez una especie de idealismo irresponsable, quizás con una moraleja concreta: que no puede abordarse ningún proyecto sin la preparación adecuada... Vaya, ya empiezo a hablar como su padre...
Pero bueno, veo que he ido bajando hacia las vertientes más concretas de su viaje, hacia los aspectos más prosaicos, más prácticos y aparentes, perdiendo un poco de vista las zonas somitales de su historia, los sectores más altos, que paradójicamente atesoran lo más profundo del asunto... Intentaré remontar un poco... Olvidando sus aptitudes y volviendo a su actitud, también pudo ser un cobarde, incapaz de afrontar la realidad, alguien que huye eternamente y que también corre el riesgo de acabar como acabó. Quizás únicamente erró la percepción de la cuestión, al confundir esa Alaska interior (que todos anhelamos encontrar en uno de nuestros inacabables periplos internos) con un lugar físico y exterior: si es así, cometió el terrible error de creer que la solución estaba fuera de sí mismo... Pero claro, a veces son esos viajes físicos los que facilitan el viaje interior paralelo, el auténtico viaje de descubrimiento: es difícil emprenderlo sin romper las rutinas y las inercias, sin coger la mochila e irse a Alaska, a la de verdad... Bueno, ya veis que tal vez fue un tío que sencillamente tenía muy claro cómo quería vivir, y aplicó todas sus energías en intentar conseguirlo con un tremendo coraje. Alguien que asimiló literalmente los conceptos que otros sólo manoseamos, y que lo hizo con la generosidad extrema del que no repara en gastos, del que interioriza plenamente la renuncia a tantas y tantas cosas como vía hacia la felicidad, como ejercicio supremo de libertad personal. Alguien desde luego con una enorme fuerza interior.
Pienso que tal vez fue todo eso a la vez, sí, por qué no... Raramente las cosas se presentan netas, puras, valorables de manera inequívoca. Yo mismo debo constituir una amalgama parecida, supongo, aunque decantada por el momento hacia soluciones distintas, incluso antagónicas... Valor, temor, rebeldía, sumisión, resistencia, huida, equilibrio, locura... ¿Qué es aplicable a quién y en qué momento o contexto, y en qué dosis? Ah, esto es salvaje, esto sí que es salvaje... Saber es lo salvaje.
PD: sí, señor Eyo, sí, tiene usted razón, siempre he sido un escalador malísimo, ajajajajá......
PD y II: releyendo el texto, me doy cuenta de que más de uno de vosotros podréis echar de menos un elemento de reflexión que no he mencionado: es que era muy joven.... Bueno, todos tuvimos su edad en su momento y ninguno nos metimos el bote de pastillas de golpe... No, no creo que sea una cuestión de edad... También podríamos valorar si su viaje no pretende ser más que una experiencia pasajera, una forma de tomarse un tiempo y adquirir rodaje y ver mundo, para luego afrontar la vida "civilizada". Tal y como es presentado en la película, su voluntad al respecto parece definitiva e inquebrantable: un viaje sin retorno. O al menos así me lo parece...
PD y III: os enlazo un vídeo donde Eddie Vedder toca y canta uno de los temas de la película. Una música sencilla pero espléndida, una voz conmovedora y una letra soberbia (subtitulada en castellano):
http://www.youtube.com/watch?v=MT3gr9LVgCk
http://www.youtube.com/watch?v=ZtZ1TK1Sfpg