Tuesday 15 de February de 2011, 20:04:43

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Pues eso, reglas, el asunto va de reglas... Todo tiene sus reglas, todo está reglado en mayor o menor medida, desde las relaciones humanas hasta la dinámica de las estrellas... Por supuesto la montaña también tiene las suyas, que no me atrevo a enumerar porque creo que casi todos las tenemos en la cabeza cada vez que nos internamos en ella: la prueba es que volvemos, y si no las conociéramos y no las respetáramos no volveríamos... Además, no es ésta mi intención ahora...

Los seres humanos, criaturas sociales por antonomasia, “zoon politikon” en estado puro, también tienen las suyas. Y es verdad que por la propia naturaleza humana, esencialmente versátil, son tal vez menos inmutables que otras, desde luego... Lo cierto es que las relaciones humanas constituyen un auténtico arte, en el sentido de exigir imaginación, creatividad, intuición y flexibilidad para poder convertirlas en algo auténticamente útil y estimulante, en algo que te haga crecer. Siempre he creído que es un don que no está al alcance de todos, y desde luego no al mío, que intento hacer lo que puedo al respecto con éxito dispar, a menudo escaso.

En ocasiones resulta tan complicado... Pero el caso es que se trata de un toro que hemos de coger por los cuernos, porque si no nos estará embistiendo constantemente, porque constantemente estamos relacionándonos. Reglas de relación colectiva, reglas de relación más personal... Es verdad que el contacto con otras personas en la montaña te ayuda a desarrollar cierta capacidad sobre el asunto, qué remedio... Todos estamos allí libremente, en ejercicio de nuestra soberanía personal, y encima compartiendo a veces un medio hostil que nos ayuda a comprender al otro, a empatizar con él. Resulta curioso comprobar cómo algunas personas que no se han movido en estos contextos montañeros presentan un grado ciertamente elevado de intolerancia, o de falta de “cintura”, hacia las percepciones o necesidades de los demás... Pero la verdad es que estaba pensando más en algo distinto, en el “vis a vis” cotidiano, especialmente con personas que no han sido unos completos desconocidos hasta unos instantes antes del contacto, sino gente con la que mantienes de antemano una cierta relación.

Las reglas generales vienen a grandes rasgos establecidas, más o menos, y las concretas, el ajuste fino de cada caso, pues se va perfilando tal vez sobre la marcha, pero se va perfilando. Como todo es impermanente, y esto es mucho más que una frase hecha, pues resulta que toda regla es susceptible de modificación, faltaría más... Pero tratándose de un “vis a vis”, las modificaciones pueden comportar ciertos riesgos si se imponen unilateralmente, porque una vez impuestas no siempre pueden desactivarse unilateralmente. En última instancia, que es la que cuenta en definitiva, lo que uno decidió cambiar en un momento determinado ya ha escapado a su control y generalmente carece del poder de volverlo a lo que fue. Es lógico y normal. Y sobre todo es justo. Ni siquiera en un ámbito tan íntimo y nuestro como el de las relaciones personales disponemos de este poder. Siempre estará enfrente el otro, que desde luego dispone de la última palabra para reestablecer las cosas a su estado original.

Sieske la vida es asín, como la montaña....

PD: ostras, ¿y por qué se me habrá ocurrido a mí hablar de todo esto...?... Es lo que tiene el ocio excesivo...

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Enviado por Ram el Tuesday 15 de February de 2011

�Si ya te veo muy ocioso, hoy... jajajaaaa�