Ayer multicolores cristaleras,
tal vez en el quicio de una puerta
se haya manifestado como muerta
mi hambre de creencias verdaderas.
Orar, pensar y descubrir a solas
que calculando el Cosmos de cabeza
puedo erigir el cisma, que comienza
por discutirle a Dios sus amapolas.
Pleitesía al azar y a sus secuaces
que en inefable discurrir simbiótico
generan tantos mundos pertinaces.
Fue primero lo oscuro y lo caótico,
fue luego la primera madrugada,
por fin a lo peor la hermosa nada.