Thursday 26 de May de 2011, 09:57:24

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Días extraños, un mes de mayo que me da la sensación de habérseme escurrido entre los dedos a efectos montañeros, quizás es que yo soy extraño… Semanas extrañas con fines de semana extraños, en los que la méteo prevista venía torcida en comparación con los radiantes días laborables, y por eso íbamos aplazando ciertos proyectos pirenaicos, como un Aneto por el corredor Estasen… Luego no hacía tan malo, especialmente los domingos, pero en fin… Los sábados llovía y no apetecía instalarse empapado en los ibones de Coronas... En fin, por excusas para seguir revolcándose en la inercia y la pereza que no quede...

Días extraños, un mes de mayo extraño en el que se han desencadenado dinámicas extrañas por estos pagos, como que una semana antes de las elecciones locales y autonómicas una masa de personas hasta ahora silenciosa decidiera expresar su indignación por todo lo que ocurre en nuestro mundo… Sí, nuestro mundo, el mundo humano, el de las relaciones sociales, el de las relaciones económicas, el de las relaciones de poder, el de las relaciones que ni son aún perfectas ni parece que vayan a serlo próximamente, a juzgar por la actitud de los que mandan… y de los que les votan... Siempre he creído en la política como forma de relación sostenible entre humanos, y por tanto casi siempre he votado, desde que puedo hacerlo, pero últimamente, viendo la indefensión en la que incluso la “izquierda” está dejando a buena parte de la ciudadanía, me estoy cansando, cansando de verdad, y había decidido no votar... Supongo que por la frustración de constatar definitivamente que la política parece incapaz de domeñar a la economía financiera, de invertir esta relación infernal de los últimos tiempos que nos está matando, de hacer frente no a esta crisis, no nos equivoquemos, sino a esta estafa… Ha sido la protesta en nuestras modernas “ágoras” la que me ha hecho reflexionar sobre si mi silencio era lo correcto, si con él no les estaba regalando una insignificante parcela más de poder… Y he llegado a la conclusión que debía votar cualquier opción que supusiera un voto válidamente emitido y no beneficiara las listas de los partidos grandes, los partidos que se han ido alternando en el mando con efectos muy parecidos, igual de devastadores.

El fin de semana para el Estasen ha resultado ser éste de las elecciones de mayo, porque mis compañeros del club han establecido sus prioridades y me parece bien. No he ido con ellos, había decidido votar y he votado. Les ha ido muy bien y me alegro; pronto podré colgar algunas fotos suyas en el blog de nuestro club (http://clubalpibaixllobregat.blogspot.com/). Como soy extraño, como este mes de mayo, me alegro de su éxito y a la vez experimento una mezcla de envidia no exactamente sana y de malestar por no haber priorizado mejor, tal vez… no he estado nunca en el Estasen y me apetecía mucho… Total, viendo al día siguiente para lo que ha servido mi voto... Todo es muy relativo, casi tanto como mis propias decisiones, que puedo seguir cuestionando una vez tomadas, ejecutadas e irreversibles…

Por tanto, el sábado nos hemos ido Juanto “Speakbow” y yo para Fontalba, acompañados de mi perra Mel. ¿Un plan de consolación…? Prefiero llamarlo un plan alternativo, porque siempre hay que tener un plan B. Terreno familiar, casi casero, un paseo de altura que no nos consuma demasiado tiempo y nos oxigene, que hace semanas que no tastamos la alta montaña… Una oportunidad espléndida para conocer en persona a Juanto, con el que hace tiempo que mantengo contactos virtuales con muy buenas sensaciones, por fin confirmadas en directo... Una oportunidad también para probar a Mel de nuevo en un recorrido más exigente que los paseos matinales que le doy por el Montseny y el Matagalls, teniendo en cuenta que hace dos meses sufrió su “crisis” lumbar y todavía la estoy medicando… Ah, y, al menos para mí particularmente, una jornada de reflexión preelectoral en altura, aunque tenga ya bastante perfilado qué debo hacer. Nos abstraemos de los coches ya aparcados al final de la pista de Fontalba y nos metemos en el sendero que va remontando por el prado hacia el Cim de la Dou. Cielo azul, brisa suave, una atmósfera atemperada que nos permite subir en camiseta, las minúsculas florecillas de un azul intensísimo arracimadas sin orden por la hierba, las sensaciones de la montaña acariciando nuestros sentidos… Y relajados, porque queremos estar relajados y la ruta, que archiconocemos, es lo que merece: mucha relajación…

Unas nubecillas blanquísimas campan aisladamente por encima del “domo” cimero, ante nosotros, prácticamente limpio de nieve. El verdor de este pasto de altura primaveral, todavía no agostado, combinado con el azul y el blanco, despierta una gratificante sensación de belleza y armonía, quizás una especie de bandera tricolor, quizás los colores de la inexistente bandera de la nación pirenaica, mi nación. Aunque no se sabe cuándo ni cómo, casi de golpe, las nubecillas han adoptado un cuerpo y una extensión, con sus panzas grisáceas, que amenaza la parte alta de la montaña. Estamos en la zona central y casi llana del lomo, justo debajo de la subida final, cuando nos percatamos.

Remontamos esa pendiente final donde el Puigmal parece reivindicar su condición de gran montaña, aunque sea tímidamente, y nos plantamos en el altiplano cimero, también ausente de nieve. En apenas dos horas desde el coche estamos en la cima, rodeados de no demasiada gente, por suerte. Los intervalos nubosos han cogido cuerpo y se muestran como paquetes compactos que cubren parte del cielo sobre los relieves, y cuyas bases grises pasan casi rasando nuestras cabezas. Pese a haber sudado en el ascenso, tras unos minutos en la cima se nota auténtico fresco y nos abrigamos. El sol domina en la lejanía, en el fondo de la Cerdanya, en las ondulaciones de Osona, en lugares ahora tan apartados de nuestro presente, de nuestra presencia supuestamente íntegra en este Puigmal acogedor y familiar... Y es que aún pienso a ratos en los que estarán camino de Benasque para intentar el Estasen al día siguiente, en si debería estar allí con ellos... Ah, cuánta “presencia” me falta todavía en la gestión de mi vida, esa capacidad de implicarme completamente en el ahora y el aquí, en todo lo que hago sin trampas y sin racanerías, cuánto me queda aún por aprender para llegar a ser feliz...

Mientras pululo por ahí, y fumo un poco y charlo de vez en cuando con los presentes, Juanto saca fotos a destajo, como si la vida le fuera en ello. La luz no es buena, pero insiste con la constancia de un océano batiendo un acantilado. ¿Y por qué no?, acabo por decirme. Hay veces que yo también tengo el “gatillo” flojo, aunque por lo que sea hoy no es uno de esos días. Cosas que pasan. Mi constancia resulta a veces tan inconstante... Él lo tiene flojo de estos días últimos, supongo, de sus inmersiones expectantes e ilusionadas en la aldea indignada de Plaça Catalunya, ese hermoso experimento...

En un rato iniciamos la bajada, primero por la senda que baja hacia la Coma de l’Embut y hacia Nùria, y pronto desviándonos a nuestro aire hacia la derecha para alcanzar el Coll de l’Embut, tras recorrer algunas zonas de semiescollera y pedregal incómodo. El día se muestra fresco y sombrío, cada vez más, aunque un ramalazo de sol ha recorrido fugazmente la Coma de l’Embut unos instantes antes. No hay nadie, la montaña está desierta y ante nosotros desciende zigzagueante hacia el sur la Coma de Fontalba. Avanzamos cerca de su eje, enseguida por el pasto de altura que cubre todo lo no ocupado por los canchales, de un tono cobrizo inquietantemente oscuro. Atravesamos un nevero relicto del esplendor invernal, tan lejano ya en esta zona de la cordillera, y vamos empalmando pendientes con rellanos intermedios, remansos de hierba ondulada, lugares mágicos en los que puede percibirse el silencio y la soledad de la creación... Juanto me dice que percibe una energía especial... Sí, quizás la energía que emana de un mundo virgen y vacío, aunque en absoluto inmutable, porque fueron los hielos de la última glaciación quienes modelaron estos relieves no hace más de 15.000 años. Y tampoco un mundo prehumano, porque por entonces ya llevábamos muchas generaciones sobre el planeta y estábamos siendo incluso capaces de pintar en Lascaux y Altamira, aunque seguramente ningún humano se aventurara por este entorno ferozmente helado.

En las praderías inferiores, Mel se permite “correr” alguna marmota vigilante y algunos grupos de rebecos con sus crías, tan veloces y ágiles ya como sus padres. Por suerte las carreras de Mel son infructuosas, y no se las impido porque sé que serán infructuosas: en realidad me alegro de verla lanzada vertiginosamente, como antes de tener su lesión, me hace muy feliz. Y total, supongo que las “bestiolas” de la montaña tolerarán unos pocos minutos de estrés... Vuelve jadeando, con la boca espumeante, y abreva en el arroyo junto a mí, momento que Juanto aprovecha para fotografiarnos. Un gesto tan simple como beber en un arroyo, algo tan natural y esencial como eso, un gesto casi olvidado. Un gesto que los montañeros nos empeñamos en repetir como un ritual que nos redima de la locura que nos rodea.

En la zona baja de la coma, el cielo, que amenazaba ennegrecido desde las alturas del Puigmal, a nuestra espalda, acaba por descargar con “calabruix”, nieve granulada rápida y ligera que rebota en el terreno como bolitas de porexpan. No es una precipitación densa, pero cuando algo más abajo empieza a convertirse en agua nos protegemos con nuestras chaquetas exteriores, que para eso están. Y así nos acabamos plantando en el collado de Fontalba, inmersos en una atmósfera casi opaca y mojada que muestra un verde sombrío pero intenso, sembrado de caballos felices e indolentes que abrevan en los arroyos y pastan en las campas, con la convicción en sus mentes rudimentarias de que no existe nada más que esta lluvia suave y esta hierba vivificante. Contemplándolos, pienso fugazmente en todo lo que nos queda por aprender... Aunque también pienso casi a la vez que no somos caballos, que necesitamos parámetros diferentes para salir del atolladero... Ah, el atolladero... En Ribes de Freser, ante unas cervezas, Juanto y yo intentamos reflexionar sobre el atolladero. No son hilos argumentales completos, son tanteos por sendas diversas, todavía no sistemáticos, porque no tenemos fórmulas mágicas y nos limitamos a formular nuestras dudas y a observar, especialmente a observar ciertas posibilidades abiertas como las flores de altura a los pies del Puigmal. 

Pues eso, días extraños aunque en buena medida hermosos, hermosos por las florecillas azulonas en el pasto, metáforas de tantos procesos que parecen florecer en este mayo algo mágico, por los arroyos pletóricos y espumeantes de agua nueva que debería alimentar tantas y tantas reflexiones que nos quedan por hacer… Pero sobre todo días extraños, tanto que se me ha quedado cara de tonto después de votar y ver los resultados, aunque ya sé y siempre he sabido que la democracia es así. La decisión sacrosanta del electorado ha sido echarse en brazos de aquéllos que no solamente no tuvieron la voluntad de detener en su momento la dinámica demencial que ahora nos acogota, sino que la fomentaron y la jalearon entusiásticamente: normal, si se han beneficiado de ella inmoralmente, y para remate son los descendientes ideológicos de quienes la inventaron. ¿Os acordáis del “laissez faire, laissez passer” de las pseudo democracias liberales y oligárquicas del siglo XIX europeo? Vuelven a dominar el mundo, caiga quien caiga y a cualquier precio... Como entusiasta de la Historia, me entristece mucho ver que el siglo XX parece haber servido para muy poco, que sus avances dolorosos parecen haber sucedido en balde... Me da por pensar que sólo nos ocurre lo que nos merecemos. 

�lbums de Fotos relacionados:

• Puigmal per Fontalba

1 Comentarios

Enviado por Tonety el Thursday 26 de May de 2011

�Increible, muchas gracias.�