Estas en Montaña Cuaderno de Entradas June 2013 Instrucciones Para Subir Una Montana
Friday 7 de June de 2013, 18:19:30
Instrucciones para subir una montana
Tipo de Entrada: CUADERNO | 2 Comentarios | 2058 visitas

 

 

Tener auténticas ganas de hacerlo, de las que salen de dentro como un chorro innegociable, libre y sincero, ajeno a las miradas de terceros y al fatuo lucimiento ante ellos, un genuino acto de soberanía personal porque nada ni nadie obliga a hacerlo.

Decidir el objetivo en función de sensaciones, no de valores aparentemente objetivables como tamaños, alturas o grados de dificultad, es decir, sin obsesiones ni prejuicios de ningún tipo. Las querencias sinceras sólo responden a la libre voluntad.

Preparar de manera flexible tantos planes alternativos como letras tiene el abecedario, que son muchas.

Llegado a este punto, abandonar la terminología militar y pensar en la montaña como en una antigua amante a la que se desea volver a ver, si no es la primera vez, o como en alguien a quien encantaría conocer, porque así la tensión se transforma en amorosa curiosidad.

Estudiar sus características, sus imágenes, su morfología, mirar fotos y estudiar mapas con la entrega del acólito y la audacia del pionero, y también con la mirada expectante y algo turbia e impúdica de un futuro amante.

Saber que las reglas las pone siempre ella, que se es un invitado y que no se puede negociar al respecto, en absoluto.

Elegir la oportunidad con cuidado, casi con mimo, porque todo tiene su momento idóneo para ser seducido y de seducir se trata, de aprovechar la receptividad de la montaña. Si no está receptiva sobrevienen las tormentas, los rayos, las ventiscas, las nevadas, los aludes, los fríos repentinos, y la magia decae y afloran otras cosas que deben gestionarse con calma, presencia de ánimo y mucho respeto, porque enfrentarse abiertamente a ellas puede conducir al desastre. 

Acercarse a ella con la despreocupación de un transeúnte ocasional, ajeno a las urgencias, pero a la vez con la expectante ilusión del que está dispuesto a esperar lo que haga falta porque valdrá la pena.

Discurrir por ella con la humildad de la más humilde de las criaturas que pueda encontrarse en el trayecto, y con el respeto del que accede a un recinto que es mucho más que un lugar geográfico porque participa de algo que no puede percibirse ni con los sentidos, ni con la razón, ni con la mente.

Hablar con ella, sí, hacerlo incluso sin despegar los labios, porque la palabra es un arma poderosa de seducción, y acariciarla dulcemente con la vista y con las manos, sin desfallecer, porque le gusta sentirse deseada.

Moverse por ella sin prisa pero sin pausa, sabiendo imprimir el “tempo” preciso, con el equilibrio exacto entre gasto y ahorro que obtendría un administrador hábil, y siendo consciente de que hay que guardar siempre una reserva para descender, porque no hay verdadera culminación sin retorno: es la elaboración de la experiencia lo que al fin y al cabo nos hace humanos. Y una reserva también para lo que pueda pasar si la ceremonia de seducción no funciona bien, porque su cólera es innegociable y sólo cabe quitarse de en medio.

Saber renunciar, porque no hay amor más profundo que el que sabe renunciar al ser amado.

Proyectar siempre por delante la mente y los anhelos, porque ellos son los compañeros ideales de cordada para seguir ascendiendo, son el hilo que tira infatigablemente hacia arriba.

Pero saber aparcar la ambición y el ego, porque, a diferencia del pensamiento y del deseo, no son buenos compañeros. Suelen generar sensaciones de superioridad y euforia extremadamente falsas y peligrosas, y además despojan a la montaña de su condición esencial de amante para convertirla en una vulgar conquista, y es ésta una indignidad que puede desatar su ira devastadora.

No juzgarla en absoluto, es absurdo, porque eso respondería a códigos específicamente humanos que no tienen sentido en su mundo: ella, Naturaleza en estado puro, ni es buena ni mala, y sus decisiones son las que son y sólo cabe acatarlas. Y esto ha de valer para todas ellas, incluso para las más aparentemente crueles e irreversibles.

 

Las instrucciones anteriores para subir una montaña pueden resumirse así:

1.- Respetarla como a una madre, sin condiciones, sin discutir sus decisiones sean cuales sean, porque siempre tendrá el control. Puede ser muy severa, pero también muy generosa.

2.- Amarla como a una amante, sin reservas. Puede ser muy exigente, pero también deliciosamente acogedora y gratificante.

3.- Ser sincero, sin dobleces, tanto con uno mismo como con ella. Jamás tolerará ningún tipo de engaño, y su cólera puede ser abrumadora.

4.- No juzgarla jamás. Ni lo merece ni es posible hacerlo.

 

Cuando haya seguido todas estas instrucciones, usted no sólo estará en condiciones de subir una montaña, sino que podrá hacerlo y, después de la comunión, podrá bajar de ella y volver cuando quiera.

 


2 Comentarios
Enviado por Xyul el Sunday 9 de June de 2013

Sabías y líricas letritas, muy bello tanto como las montañas que nos enamoran día a día.Gracias
Enviado por Antares el Monday 10 de June de 2013

No cambio ni una coma. Muy bien dicho Gerardo.


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