Sunday 15 de September de 2013, 18:47:12
El ojo
Tipo de Entrada: CUADERNO | 1661 visitas

 

 

Con los ojos vemos el mundo, y dicen que además reflejan nuestra alma. Sí, con ellos vemos el mundo, o al menos lo percibimos como estímulo sensorial, aunque no sé con seguridad si llegamos a mirarlo de verdad, a observarlo. Y tampoco estoy muy seguro de si reflejan algo interior... Algo que a menudo desconocemos... ¿Bastaría entonces con mirarse atentamente en el espejo para solucionar este vacío? Nuestros ojos deberían servir para todo esto, pero no tengo muchas certezas al respecto... Aunque probablemente haya otros ojos que sí cumplan a satisfacción. Por ejemplo, este ojo: 

 

 

Allí está, fijo, intenso, dilatado, inquietante... Podría parecer un cuerpo astral, un agujero negro o el negativo de la fotografía de una supernova, rodeada de materia estelar... No en vano, así se le ve desde el Espacio...

 

*

  

Es casi perfectamente redondo, una pequeña ventana azul apuntada hacia el Cosmos. Es un receptor de energía, una especie de antena astronómica pero hecha de agua. Y también es un emisor, una redondez trazada a compás en medio de la hermosa nada, una radiobaliza ajena a cualquier ingeniería.

 

 

E imagino que por estas razones necesito acercarme a él de vez en cuando, y recorrerlo con el anhelo de participar de una porción de toda la fuerza que toma y da: en él aprehendo energía, y a la vez me proyecto como un simple átomo más.

 

 

 

*

  

He dicho que es azulado, pero no es exacto. A veces es negruzco, a veces verdoso...

 

 

 

Otras ofrece un otoñal aspecto legañoso, como si fuera víctima de un pasajero glaucoma lechoso...

 

 

 

Y a veces se muestra completamente cerrado, sepultado por el inmaculado manto del invierno...

 

 

 

Siempre se acaba abriendo del todo, pero cuando se cierra, o casi, sigue siendo hermoso. Y seguramente sigue funcionando desde debajo de sus blancos párpados... Se abre, se cierra, se abre, se cierra... Es lo que tiene la naturaleza cíclica de las cosas. En cualquier fase del proceso es hermoso.

 

 

 

*

 

Como cualquier ojo, se halla encastado en un rostro con sus facciones, sus zonas carnosas y sus perfiles óseos aflorando bajo la piel. Puede contemplarse desde lejos y desde arriba, desde la punta de la “nariz” que culmina los relieves del rostro salvaje en que se encuadra, una nariz alta y masiva que lo domina, una nariz de las que da carácter...

 

 

 

Y visto desde esa nariz, presenta igualmente las mismas alternancias. Límpido...

 

 

 

... inquietante y levemente blanquecino, entelado...

 

 

 

... acorralado por la rudeza de la nieve...

 

 

 

 

... o ya rendido a su plena quietud blanca...

 

  

 

 

 

He hendido su aquietada superficie más de una vez, y al hacerlo me he visto un poco como la mota de polvo que lo perturba... Pero he sido feliz haciéndolo, porque también me he sentido acogido y porque sé que mi perturbación es tan pasajera como el aire que pasa...

 

 

El ojo está ahí, conmigo o sin mí, con el minúsculo oleaje que provoco al nadar sus aguas frías o en medio de la más absoluta y aquietada soledad... Y eso me hace feliz, porque sé que sólo soy una estimulante circunstancia en su existencia plena, porque me recibe con la serenidad alegre del auténtico amor soberano: me acepta y me quiere, pero no me necesita.

 

 

Yo tampoco le necesito, supongo... Aunque no estoy seguro de haber alcanzado en absoluto su nivel de soberanía emocional, qué va... Debo de estar lejos, porque el caso es que voy a visitarlo siempre que puedo. A veces pienso que hasta demasiado, pero en realidad nunca es demasiado si es para orillarme hasta sus aguas mágicas...

 

 

... para formar parte de su flujo cósmico, para testimoniar su desolada belleza.

 

 

 




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