Friday 17 de January de 2014, 23:37:08

Esos perfiles descompuestos, irregulares, configurados como una alternancia de bulbos y de huecos, un aparentemente defectuoso remedo de la realidad... Sí, esos perfiles sólo pueden ser los de un reflejo, la realidad no es eso, no es así, su imagen siempre tiene unas líneas netas y definidas, impolutas... Esas manchas casi informes de luz y color, ese desorden, no pueden ser reales... 

Al menos así lo creemos, o parecemos creerlo. Así lo hemos mamado. La realidad es precisa, se decía desde siempre; podrá gustar o no, pero ofrece líneas limpias. Si no te gusta, puedes atreverte a dibujar otra, a intentarlo, pero siempre con trazos definidos y sabiendo que es muy posible que te salga muy mal y que pagues las consecuencias... Ya la cultura antigua nos transmitió estas ideas que contraponían una realidad perfecta con sus reflejos, desde los tiempos en que Platón ideó su mito de la caverna, un lugar falaz en el que no podíamos observar la verdadera realidad, sino sus burdas sombras. Muchas corrientes filosóficas posteriores han tratado de convencernos de lo mismo, y por supuesto prácticamente todas las religiones. Bien, no soy nadie para discutirlo, visto que el ser humano es limitado y parece necesitar referentes estables para no entregarse al desconcierto y al vértigo.

En tiempos mucho más modernos, tiempos de cuestionamiento y relativismo, algunos no han apostado por una sola realidad, sino por muchas, tantas como percepciones, dicen, lo que quizás equivaldría a afirmar que no hay ninguna... Pero eso sí, siempre dibujada con trazos claros e inequívocos en cada caso.

Pero el caso es que a finales de este último mes de noviembre, en la presa de Sallent, en la Vallfosca, no fotografié la realidad, sino su reflejo. Algo había en él de conmovedor y hermoso que me hizo olvidar la magnificencia de las montañas... Quizás su fragilidad, su cadencioso temblor, su continuo e inacabable, ímprobo, proceso de auto reconstrucción... Por encima del encuadre de mi máquina fotográfica se mostraba espléndida y firme, definida, la realidad, acariciada por un sol ya en declive... Pero el objetivo de mi cámara fue a parar donde fue a parar...

¿Y si a pesar de Platón y de todos los pesares, la realidad fuera realmente así, insegura, imperfecta, de trazos móviles y sinuosos? ¿Y si lo que algunos interpretan como varias realidades es una sola, cambiando constantemente y por tanto inaprensible como unidad? ¿Y si la realidad consistiera en un intento incesante e imposible de cristalizar algo de por sí inestable, un poco como sugirió el gran Heráclito? En definitiva: ¿y si nos llevaran engañando desde hace tanto y tanto tiempo? Entre los tradicionales partidarios de la realidad precisa y unívoca cuyo cuestionamiento es peligroso, y los relativistas que luego han apostado por la concurrencia de realidades múltiples, incluso contradictorias entre sí, yo sigo pensando que realidad sólo hay una, pero efímera, mudable a cada instante, tan sutil, hermosa y desconcertante como esto.... el reflejo de un reflejo.

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