Estas en » Montaña » Cuaderno de Entradas » July 2010 » Caminar
Friday 9 de July de 2010, 20:00:23
Caminar
Tipo de Entrada: CUADERNO | 2 Comentarios | 2533 visitas

 

Una vez más el último Vèrtex (la revista de la FEEC, digamos que la federación catalana de montaña), me aporta material que considero interesante, o al menos un buen pretexto para darle al teclado un rato más con mis habituales reflexiones. Por favor, no os echéis a temblar y dadme una “chanceâ€... En esta ocasión se trata de dos artículos del número 230, de mayo-junio del 2010, firmados ambos por el mismo colaborador habitual de la revista, Enric Faura.

 

 1278695399_lidUbIlm_WeltE90eLWa.jpg

 En la pista de Boavi, en julio del 2006.

 

En el primero, una columna que titula precisamente “Caminar†(página 5, Vèrtex núm. 230), arranca con un repaso muy sintético pero preciso de lo que ha supuesto el acto de caminar para la especie humana, inicialmente nómada, y de cómo el desarrollo tecnológico ha propiciado por un lado la sedentarización de nuestra actividad cotidiana, pero paralela y paradójicamente el cultivo en tiempos recientes del gusto por caminar porque sí, de esa manera en que caminamos por ejemplo los excursionistas y montañeros desde que existe como tal nuestra actividad. Todo ello le sirve para hacerse eco de la reciente organización por parte de l’Institut d’Humanitats de Barcelona del seminario “Caminarâ€, en el que ha participado un conjunto multidisciplinar de expertos, conformado básicamente por geógrafos, antropólogos o sociólogos, dedicado a reflexionar en voz alta sobre el “antiquísimo y a la vez actual acto de caminar†(todas las cursivas entrecomilladas son citas literales de los artículos, y me permitiréis que las vierta traducidas al castellano... es por mi “amplia†parroquia forastera, como ya dije una vez....).

Sintetiza a continuación algunas de las conclusiones del seminario (del que por cierto no he tenido ninguna noticia hasta leer este artículo, ya a toro pasado...). Os remito a lo que escribe Enric Faura en su artículo sin hacer citas literales, cosas como el sentido moral del acto de caminar, su carácter de reclamo de un contacto con la Naturaleza que estamos perdiendo, su sentido a veces trascendente, ético e incluso religioso, su capacidad como creador de ámbitos de relación con nuestros semejantes, de redes relacionales tanto a nivel social como personal... Su carácter de modelo de conocimiento y pensamiento, con cita concreta de pensadores consagrados que eran buenos caminantes... En definitiva, de cómo el caminar configura algunos de nuestros rasgos más específicamente humanos, de cómo nos construye, configura y transforma.

 

1278694969_iqu4iprUVi01e12Tepim.jpg

 Caminar como ámbito de relaciones colectivas, en la cima del Tallón en junio del 2007.

 

1278694844_6u23_plprO12eQujO2U2.jpg

Caminar como ámbito de relaciones personales, en Viadós en  octubre de 2008.

 

Pero no puedo privarme de algunas citas literales de este primer artículo de Enric Faura, en mi modesta opinión pequeñas joyas que no quiero deformar con una simple referencia. Cosas como que “caminar nos da el ritmo para pensar y meditarâ€... Qué cierto me parece... Supongo que todos experimentaréis las urgencias que impone nuestro actual ritmo de vida, encadenado por capítulos, situaciones y circunstancias que se suceden de manera inmediata sin darnos tiempo apenas de reflexionarlas, y mucho menos aún de darles una respuesta meditada... Creo que caminar nos permite frenar el frenesí cotidiano de nuestras vidas contemporáneas y posmodernas, y devolvernos por unas horas al ritmo pausado de todo lo que sucede según ritmos naturales y ponderados. Nos ayuda a recordar que seguimos siendo criaturas pertenecientes a algo que trasciende sin duda las urgencias de nuestras vidas humanas y racionales, tan alteradas en sus “tempos†naturales por la aceleración actual de la sociedad humana. Caminar sería volver a nuestra condición de simples y a la vez únicos y avanzados “homo sapiens sapiensâ€, una culminación evolutiva racional y pensante, pero que pese a ello no olvida quién és y dónde está... Ah, con qué facilidad estamos olvidando cosas tan simples como éstas... Casi me sonroja tener que recordar verdades que deberían ser de “perogrulloâ€, pero que lamentablemente se olvidan de forma constante cada vez que creemos que somos “lo muy muy y lo más más, y lo tope de lo tope, muchachitos†(Polla Records dixit), que somos criaturas capaces de alterar indefinidamente el marco que nos sustenta y nuestra propia naturaleza y condición, porque para nosotros no hay nada imposible... Ya, ya lo sé, sin esta creencia seguiríamos en la edad de piedra, me podéis argumentar... En fin, no se trata de renunciar a la tecnología, cuya invención es precisamente uno de los rasgos que nos convierte en criaturas únicas (bueno, al menos en este planeta...). No, no es eso... Se trata de que el desarrollo de esa capacidad no nos haga olvidar que, pese a todo, seguimos siendo lo que somos, animales racionales y no dioses, que no lo podemos todo absolutamente todo y que nos debemos a un entorno previo sin el cual no existiríamos y a nuestra propia condición humana, cosas que si alteramos substancialmente nos exterminarán (y no habrá tecnología suficiente para evitarlo...). En el fondo se trata de conservar el sentido del ritmo y de la musicalidad para no caer en la arritmia y la cacofonía, en el caos... Y hablo de todo el ritmo, del particular y del social, del que rige todos nuestros ámbitos y que parece estar llegando a un punto de aceleración que haría palidecer al más frenético tema de Slayer. Pues eso.

 

1278695518_0O67E90_ls_plElstre8.jpg 

Meditación camino del refugio de Poqueira, Sierra Nevada, en junio de 2007.

 

Hay en este artículo más joyas que no puedo evitar reproducir literalmente. El acto de caminar “nos abre a una ética diferente, tiene un sentido político y quizás también revolucionario, como alternativa al capitalismo, a la velocidad y a la máquinaâ€. En fin, la verdad es que me cuesta explicar en pocas líneas qué me sugiere esta afirmación... Para los que como yo, desconfiamos profundamente del sistema que nos ha tocado vivir pero lo toleramos, porque ante todo somos gente civilizada y pacífica (y quizás cobarde, ¡al menos de momento..!), esta frase nos llena de satisfacción (jajajá, de “honda satisfacciónâ€, como al Jefe del Estado, ajajajá....). Buf, lo que se me está pasando ahora mismo por la cabeza da para otro post, un post diferente, un auténtico monográfico...

 

1278695169_5_qOnU78ECR_PRi67gri.jpg 

Esta imagen sólo es un anticipo... 

 

Quiero citaros literalmente la última joya de este primer artículo del Enric Faura, la frase que lo concluye y que no precisa comentarios porque es diáfana como el sol de enero tras una gélida madrugada: “porque la vida se ve de otra manera después de una simple matinal, de una buena caminata de unos cuantos días o de una larga y difícil ascensiónâ€. Quien no entienda y suscriba esto, creyéndose un “caminanteâ€, que se dedique al parchís...

 

1278695135_ost_8OlmALSola78u3U8.jpg 

Bajando de la Pirámide Vincent en julio de 2008 veíamos la vida de otra manera... 

 

Pero es que esto no es todo. Como os he dicho al principio, el mismo Enric Faura firma en el mismo Vèrtex (pág. 56) otro artículo, una especie de artículo-reseña que titula “Rutas literarias, el arte de la descripciónâ€, en donde combina referencias directas a Carles Bosch de la Trinxeria (1831-1897), pionero descubridor y divulgador del Pirineo oriental catalán, con una completa y original reseña circular entre Ulldeter y Mentet. Pues bien, en un momento dado del artículo transcribe un fragmento del libro “l’Éloge de la marcheâ€, del antropólogo francés David Le Breton, la verdad es que completamente en la línea de lo que debió tratarse en el seminario objeto del primer artículo. Me veo obligado a transcribiros el párrafo entero, que no es corto. Perdonadme, perseverad en su lectura y comprenderéis que valía la pena...

“En una sociedad tecnificada y posmoderna como la nuestra, un acto simple y gratuito como el de caminar es una forma de resistencia, a la vez que una provocación. Caminar es dar una patada a la modernidad. Caminar es abrirse al mundo. Caminar devuelve al hombre al sentimiento feliz de la existencia. Caminar permite pensar, preguntarse, meditar. Caminar da una nueva dimensión al tiempo y al espacio. Caminar implica un estado de espíritu, una humildad y una nueva manera de mirar el mundo. Caminar es una forma de conocimiento. Caminar es una travesía del silencio. Caminar es una invitación a una filosofía primigenia, simple pero esencial. Cuando el caminante se pregunta de dónde viene, a dónde va, quién es él, se convierte en filósofo. No se sigue un camino. El camino nos hace y nos deshace, nos inventa. Pero caminar no es simplemente practicar un deporte. Caminar es una invitación al placer, al reencuentro con las sensaciones del cuerpo, al redescubrimiento y el gozo de los sentidos. Existe una ética del camino que nos ayuda a acercarnos al sentido de la vida. Caminar sin fin para no llegar a ninguna parte no pretende conjurar el transcurso del tiempo y la llegada de la muerte que inevitablemente es el fin de todo camino. La meta es el caminoâ€.

 

1278695068_mulnEBqi3OwuPT_ge8ey.jpg 

Con los sentidos gozando a tope, bajando del Posets en febrero de 2008.  

 

Rediós, qué bien escriben estos franceses, con que precisión y a la vez con qué pasión y belleza expresan los conceptos e ideas que quieren transmitir..., ya casi se me había olvidado desde los tiempos en que leía a Rousseau o a Levi-Strauss en la facultad... (por si os interesa, el libro de Le Breton lo ha editado la editorial Métaillé. Enric Faura no concreta cosas como el año de edición, y sospecho que sólo está editado en francés...). Bueno, este párrafo literal, trufado de conceptos complejos y hermosos, en realidad sintetiza todas las consideraciones del primer artículo, los elementos configuradores del acto de caminar... perfeccionamiento y crecimiento personal, inquisición filosófica y moral, superación en el esfuerzo y búsqueda del placer, y un acto de resistencia... Ah, cómo me seduce esta última idea, que no me he atrevido a desarrollar antes porque no sé ni por dónde empezar.... Un acto de resistencia, o al menos de “resilenciaâ€, de fortaleza interior...

 

1278694371_2ELNeLNwPLOdUzE4_0a5.jpg 

Subiendo a la Robiñera en mayo de 2008. 

 

Ah, pero todo tiene su reverso, su lado oscuro, incluso las convicciones íntimas y personales de cada uno... Todos somos un tembloroso manojo de contradicciones... Ritmos, hablaba antes de ritmos, de cómo la tecnología los altera... Sí, claro, nos vamos a caminar unas horas, unos días o unas semanas, desde luego, para poder recuperar algo de nosotros mismos, de nuestra auténtica esencia, pero me pregunto y os pregunto de qué manera accedemos hasta el arranque de nuestras caminatas... ¿Vamos caminando? ¿Vamos en bicicleta? ¿Utilizamos al menos transporte público? ¿Maldecimos de la excelentes carreteras, cada vez más rápidas y seguras, que nos llevan al Pirineo, por ejemplo? Por poco que podamos intentar pagarlo, ¿renunciamos a disponer de un vehículo más o menos rápido y moderno que nos “proyecte†hacia nuestras adoradas “islas de paz†con la mayor rapidez posible? ¿Renegamos de coger un avión para acercarnos a las grandes montañas del mundo?... Ya, ya lo sé, es tecnología que, bien empleada, nos permite abarcar más, llegar más lejos, disfrutar más de la montaña dentro del tiempo de que disponemos... Pero que altera substancialmente el ritmo de las cosas, el ritmo natural de las cosas, tecnología puesta al servicio de esa especie de “liturgia de resistencia†que es el “acto de caminarâ€, pero que a su vez lo contradice en sus más profundos términos, me temo... ¿No estamos alterando esencialmente el “tempo†con el pretexto de ir a hacer algo que nos permite recuperar el “tempoâ€? Añadiría... ¿y por qué disponemos de tan poco tiempo, qué es lo que está tan mal montado...? Y aparte de esto, tecnología que consume territorio, recursos no renovables, medio natural y paisaje, cuya producción se enmarca en un sistema económico que lo depreda todo, incluso a nosotros mismos, y cada vez lo sabemos mejor y somos más conscientes de ello... No soy quien para aleccionar, al contrario... Pero al menos voy aprendiendo a no enmascarar mis contradicciones...

 

1278694316_8Osm_fekOstad_j_3267.jpg 

Subiendo al Taga en febrero de 2009. 

 

Fijaos en un ejemplo menor de este asunto de los ritmos alterados por la tecnología, es algo que me tiene fascinado... Desde hace casi veinticinco años salgo al Pirineo una vez al mes, más o menos, pero desde el 2005 trabajo con cámaras digitales en mis salidas... Pasa que dispongo del material gráfico aquella misma noche, o al día siguiente, que puedo colgarlo de inmediato en el blog, que puedo pasárselo a toda leche a los colegas o a no sé quién... En definitiva, pasa que en la era de las imágenes analógicas, de las diapositivas, de las que tardaba en disponer varios días, me parecía que el tiempo entre salida y salida era más largo y el efecto tonificante de la última salida se prolongaba más, mucho más que ahora, y especialmente cuando montábamos nuestras clásicas quedadas para disfrutar pausadamente de las diapos mientras charlábamos, oíamos música y tomábamos unos whiskitos... Pasa que antes tardaba cuatro o cinco semanas en volver a la alta montaña, y ahora en apenas dos o tres el mono ya me está corroyendo por dentro... Y me pasa desde que la satisfacción final de la actividad, encarnada en buena medida en el disfrute del material gráfico que haya podido obtener, está a mi disposición de manera prácticamente inmediata y solitaria, sin una necesaria espera, sin transición, y sin capacidad de gozarla en compañía... Joder, si es lo que sospecho, es muy fuerte, no puede ser que la duración, intensidad y calidad del efecto tonificante y reconstituyente que la montaña ejerce en nuestras vidas pueda depender de algo como esto, pero sospecho que algunos tiros van por ahí... Igual os parece un disparate, en fin... No sé, pero me da que hay algo de eso que algunos vamos vislumbrando cada vez con más claridad, que uno de nuestros peores males contemporáneos es que pretendemos satisfacciones inmediatas... Calificaría tal pretensión de casi “chulescaâ€, si me permitís la expresión, pero el problema es que la tecnología nos permite a menudo disfrutar de esa satisfacción casi instantánea, o al menos nos lo hace creer, y entonces nos acabamos creyendo otras muchas cosas y así nos luce el pelo... Por no hablar de la soledad a la que nos aboca todo esto, sí, la soledad, la soledad creciente del adicto a los videojuegos o del sobrefrecuentador de chats o redes sociales... Pero esto tal vez sea también tema para otro post...

 

1278694943_olotINi1ayULSmn_34_V.jpg 

Instantánea en Serradets, en junio del 2007, una imagen muy fácil de divulgar tirando de ordenador... 

 

Bueno, bueno, más cosas... Venga, ahora una contradicción que he de reconocer que es totalmente subjetiva, ligada tal vez a mi propia forma de ser y que no tiene aparente relación con las trampas tecnológicas y los ritmos de “speedmetalâ€... (o sí, ya no sé, que hace mucho tiempo que disfruto, entre otras cosas, de las escuelas más aceleradas del rock ‘n’ roll...). Se trata de mi discrepancia con la idea clave que cierra la cita de Le Breton: la meta es el camino. Bueno, no es exactamente una discrepancia, no puedo discrepar racionalmente de un concepto impecable y cierto, y cuya aplicación además te ayuda a aproximarte a la felicidad, y que para remate tantos y tan buenos pensadores y poetas han suscrito y defendido... (desde los antiguos maestros orientales hasta el gran Antonio Machado...). Pero lo cierto es que para mí ni es ni ha sido nunca exactamente así... Os he de reconocer que pocas veces para mí “la meta ha sido el caminoâ€, sino que “la meta es lo que hay al final del caminoâ€. Sí, seguramente es un error, pero estoy tratando de ser sincero y por eso os lo reconozco. Es un error grave, un error de bulto porque lo apuesta todo al resultado, porque cifra la felicidad en la consecución del objetivo y te condena a la insatisfacción si las cosas no salen exactamente bien, algo que en la montaña pasa bastante, ¿verdad? En mis protocolos de funcionamiento montañero, desde siempre salí a intentar ligar la meta, una cima o un recorrido concretos, y según voy envejeciendo lo he ido intentando más (quizás por lo de amortizar recursos, energías, dinero y tiempo que no empleo para otras cosas que en mi vida también lo precisan). Lo he ido intentando tanto que a veces, en los últimos tiempos, os he de reconocer que ha llegado a ser un problema... Y no tanto para mí, que soy el culpable y me lo merezco, sino para mis acompañantes y socios, que desde luego ni pinchan ni cortan en mis manías pero las padecen... También es verdad que voy tomando conciencia creciente de este problema, y que eso me ha ayudado de vez en cuando últimamente a liberarme de la tiranía del “resultadismoâ€, que diría, y a salir únicamente por salir, a disfrutar al menos del camino, conduzca o no a la meta prefijada... Pero reconozco que me cuesta, que parece que es algo que llevo dentro y contra lo que he de luchar, porque son Le Breton y tantos otros los que están en lo cierto... ¿Sabéis qué pasa también? Que en realidad nunca fui un deportista estrictamente hablando, y sigo sin serlo, nunca me ha atraído el ejercicio físico en sí mismo. Empecé a hacer montaña como un esforzado ejercicio estético, en el que alcanzar el punto deseado para la contemplación era y sigue siendo esencial: y ese punto siempre es el más alto. También con los años ha interferido en todo esto una consideración más deportiva, en el sentido de superar un reto consiguiendo un objetivo concreto. Pero como veis, desde ambos puntos de vista el objetivo es muy importante, el caminar con un fin, no simplemente por caminar.

 

1278694804_uro45U67O45ZOLTI0112.jpg 

Subiendo al Bastiments en marzo de 2009. 

 

En fin, ahora me he quedado como vacío y no sé qué más contaros. No, lo del caminar como acto de resistencia me lo reservo para la próxima, aunque ya lo haya bordeado en algún momento: he de meditarlo un poco para que no se me vaya la pinza y venga a detenerme a casa la brigada de ciberdelitos de la Guardia Civil, de la Policia Nacional o de los Mossos d’Esquadra.... (joer, cuanto cuerpo y fuerza de seguridad...., qué cansino...). No, tranquilos, para otro día, que además este post ya está llegando a su longitud máxima de legibilidad, es decir, ese tamaño más allá del cual lo que sea empieza a convertirse en un tostón. Imagino que después de apuntar ciertas contradicciones, me toca volver a alguna de las ideas básicas de los artículos de Enric Faura, a alguna de las ideas-fuerza potentes y positivas que contienen. Y también por aquello de acabar la improvisación retomando el tema inicial, como hacía el gran Coltrane... Tal vez eso del “antiquísimo y a la vez actual acto de caminarâ€, una espléndida síntesis de lo que hemos sido y somos tanto a nivel colectivo como individual. Porque empezamos nuestra historia siendo una rama homínida de caminantes, de caminantes por sobrevivir en las sabanas africanas, una vez abandonada la relativamente segura y sedentaria vida arborícola. Y tras muchas vicisitudes, tras adquirir hábitos sedentarios gracias a un progresivo desarrollo tecnológico que nos ha llevado hasta los posmodernos hábitos cibersedentarios, pues resulta que necesitamos redescubrir las esencias olvidadas mediante el sencillo acto de caminar, a veces durante días o semanas... Y a nivel individual, ¿qué deciros? Os hablaré brevemente de mí, que soy el individuo que menos mal conozco... A medida que voy creciendo (o intentando crecer) como persona, y pese a la edad, las perezas y las inercias, más camino, más lo necesito. Parece una evolución paralela a la de nuestra especie… Os diré con el corazón en la mano que “caminar†es una de las mejores cosas que me han ocurrido en la vida.  

 

1278695357_xi78u4o8iW_HOsepinac.jpg 

 

 


2 Comentarios
Enviado por Ram el Sunday 11 de July de 2010

“Hay muchas certezas en tu artículo, y esta, por Odín, que es una gran verdad.“caminar nos da el ritmo para pensar y meditar†”
Enviado por Quo_aquo el Wednesday 14 de July de 2010

“Hey Gerardo.... Qué bueno tu recordatorio de qué andamos "corriendo" por la vida...
Lo malo, personalmente y en estos días de preludio a mis vacaciones (finiquitando temas "urgentes" del curro) y compaginando chavales en casa a tutiplen...cuesta dar también pasos lentos... Sea en la montaña y en casa.. urffff Dificil...

En fin... andar andar andar.... a ver si es verdad que la medida que somos más capces de andar... perdemos la capacidad de correr, jejeje

Un abrazo!
QUO ...andando el próximo paso con conciencia...”


Añadir nuevo comentario
Usuario de Madteam.net No usuario




Vista Previa



 

 
MadTeam.net | Suscribirte a este blog | Creative Commons License Blog bajo licencia de Creative Commons. | compartir este enlace en Facebook