Desde que la conozco, la leyenda del “rayo verde” me tiene fascinado. Mi contacto con ella viene por medio de la novela homónima del gran Julio Verne, un libro que he leído no hace mucho tiempo, que he leído de mayor, que se dice, y que me sedujo por la placidez serena de lo que narra, la búsqueda tranquila por parte de una joven de la felicidad, mediante la visión del "rayo verde”... Parece ser que según las leyendas celtas, quien consigue ver el destello verde que lanza el sol en el último instante en que se sumerge en el mar, alcanzará la plena felicidad, o al menos la plena sabiduría, que es algo que se le aproxima bastante, si es que no lo supera... Las versiones más románticas que he consultado aseguran que quien lo contempla en compañía de otra persona, se enamora de ella irremediablemente, y viceversa. En todas sus versiones es hermoso a más no poder, de verdad... Desde que leí la novela intento ver el rayo verde, por qué no... Cantabria, mi patria chica, con sectores de costa que miran a noroeste y a oeste, constituye en verano un lugar ideal donde intentarlo. Aunque no lo he conseguido todavía. Pero persevero una y otra vez, y las que sean necesarias... Tengo un amigo que me aseguró haberlo visto, y no precisamente sobre un horizonte marino (parece que ópticamente el fenómeno puede ser real, y producirse también en capas atmosféricas, no solamente marinas...; incluso me pasó unas supuestas fotos del asunto, colgadas en una determinada web de Internet...).
Bueno, el tema es que me parece tan delicioso que las personas se aferren a estas ilusiones para seguir caminando hacia delante... Sin esperanza ni ilusión nuestra vida está condenada, en el mejor de los casos a ser triste y gris, cuando no a algo mucho peor... Esperanza e ilusión, sí... No tanto por pretender ser inmunes al mal y al dolor consustanciales con el universo y con la vida, sino por intentar desterrar el mal y el dolor que generamos nosotros mismos...
El rayo verde es una herramienta, una simple herramienta, como la montaña, el sexo, el rock and roll o la conversación con los amigos... ¡Por Hendrix, qué haríamos sin ellas! Tal vez sin estas herramientas nos enfrentaríamos desnudos y desvalidos a otras "herramientas" que proliferan, sí... Como esos altares extraños en los que dioses poderosos sin rostro ni piedad exigen sacrificios humanos, de gente corriente como tú y como yo... Los ídolos de un nuevo paganismo tan cruel como el antiguo, si no más, cuyas decisiones abstractas sobre transacciones abstractas condenan a la miseria a personas concretas, de carne y hueso, con rostro y con nombre, gente corriente como tú y como yo. Ídolos posmodernos, amos del mundo a los que se les ofrece como primicia el bienestar de tantos y tantos, bestias cuya ira es devastadora porque para ser aplacada exige sangre humana enrojeciendo sus altares, a veces incluso en el sentido más literal... Y esa sangre que corre y corre puede ser, además, tan banal... Porque su nerviosismo de omnipotentes caprichosos que no consiguen de inmediato lo que quieren no siempre se ve apaciguado, por mucho que montones y montones de gente corriente, como tú y como yo, vayan desfilando por el altar, temblorosos, inermes, esperando la cuchillada del matarife en su cuello...
Yo creía, tonto de mí, que después de un proceso tan largo y difícil para liberarnos de la superstición, de la manipulación de los credos y de la dominación del hombre por el hombre, jamás podríamos volver a lo de antes... Pero hemos vuelto a ofrecer sangre humana a nuevos dioses tan despreciables y falsos como los antiguos... No sé si, como en la Antigüedad, aparecerá un héroe que nos redima, que nos libere, un nuevo Teseo que acabe con el homicida Minotauro, un nuevo Prometeo que nos ofrezca el fuego... El fuego que arda en nuestros hogares y caliente nuestras vidas, un fuego que estará ahí para lo que sea necesario, también para empezar a carbonizar tanta perfidia... No acierto a ver ningún héroe por los alrededores, sólo contemplo acólitos, sumos sacerdotes acobardados oficiando el nuevo rito a mayor gloria de estos dioses bárbaros, sacrificando a quienes se les acercaron en busca de amparo, de consejo y de orientación acerca de cómo convivir. Gente como tú y como yo… De todas formas, siempre he desconfiado de los héroes, siempre he dudado de sus intenciones… Que ahora añoremos héroes es un síntoma gravísimo de a dónde nos están empujando…
Ah, qué hermoso es el rayo verde, qué poco daño hace, cuánta paz confiere a quien una tarde cualquiera emplea un rato de su tiempo en intentar contemplarlo... Incluso aunque no brote... Incluso su posible mentira es hermosa e inocua y acogedora, no como la monstruosa mentira del nuevo credo siempre sediento de víctimas, caiga quien caiga, a cualquier precio.
Éste es mi deseo para este 2011 que empieza: que veamos el rayo verde, que lo veamos y nos imbuya de paz, sabiduría y equilibrio… de felicidad, en definitiva. Que lo veamos, y como mínimo que la esperanza de contemplarlo nos sostenga… Y que su luz nunca se vea mancillada con el rojo sangriento de la nueva religión. Y si no llegamos a contemplarlo y sólo domina el rojo, que sea el rojo del sol sumergiéndose mansamente en el océano, del fuego purificador e inapelable. No aceptaré otro.