Monday 26 de September de 2011, 18:51:53
Siestas
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Sí, la siesta, esa momentánea transposición del cuerpo, de los sentidos, a veces del espíritu... Esa costumbre tan nuestra, y según los expertos tan beneficiosa tanto para la mente como para el cuerpo... De esto quería hablaros, más o menos, aunque no sé exactamente por qué.... No sé, quizás a raíz de ciertas fotos de mi última excursión a los Torreneules, en el Ripollès, en las que se documenta este fenómeno, aunque no sean ni mucho menos las primeras que lo hacen... Bien, quería darle un determinado enfoque, pero antes que nada os tendría que explicar por qué “siestas”, en plural... Aparte de que ya tuviera en mi cabeza una pequeña clasificación previa, resulta que acabo de descubrir en nuestra moderna “Enciclopedia”, la wiki, diversas tipologías. Como la llamada por lo visto “siesta del carnero” o “siesta del canónigo”, que se hace antes de comer y que resulta que me pego casi diariamente en el tren que me lleva a casa... ¿Será por esto que casi nunca hago la siesta después de comer? Ah, nunca te acostarás... sin saber una cosa más.

 

No tengo fotos de siestas de carneros, pero tengo ésta de las vacas sesteando a mediodía en Coma de Vaca...

 

Yo pensaba como principal clasificación la que diferencia entre las que se hacen con los ojos cerrados y las que se hacen con los ojos abiertos, y de entre éstas, pasar de puntillas por las que uno se pega a veces en el trabajo, o en ciertas reuniones sociales y familiares, ajajajaja... Es que tienen tan poco encanto... Y abundar en otro tipo de siestas con los ojos abiertos mucho más atractivas.

 

 

¿Un determinado enfoque? Bueno, pues el enfoque de la montaña, desde luego. La clásica siesta montañera, que se dice. ¿Quién no se la ha pegado cuando ha tenido oportunidad? Ummm… una buena siesta montañera, la clásica siesta de relajo en una cima, descansando del ascenso y disfrutando de méteos bonancibles, percibiendo en cada poro de tu cuerpo que la montaña te acepta, que te brinda esa oportunidad de estar con ella. Esa relajación de los sentidos, esa modorrilla que te va invadiendo, esa flojera deliciosa en los músculos… Hasta el punto de quedarse completamente dormido. Aunque ojo, que queda el descenso... Y si el descenso preocupa, pues a ello y ya habrá tiempo para un momento diferente de siesta montañera, a media tarde junto a la tienda o el refu, relajado y feliz después de haber cumplido los propósitos de la jornada… 

 

 

Pep en el Alt de Griu este junio pasado.

 

 

Junto a la cabaña de Broate en julio de 2006, después de bajar del Sotllo.

 

... Vaya, siestas de sueño, las habituales... ¿Pero y las otras, las siestas de espíritu, con los ojos entreabiertos, tumbado en una montaña, con la cabeza preferiblemente en blanco pero en perfecto estado de consciencia? Momentos de introspección a veces, si te bulle el caletre, aunque preferiblemente momentos de vaciedad contemplativa, con la mirada inocente de un rebeco desde su atalaya inexpugnable... Una mirada limpia al mundo, sin apriorismos ni consecuencias, sin juicios ni prejuicios, una simple observación... Un arte difícil, muy difícil, que yo personalmente rozo con la punta de los dedos en mis siestas conscientes en las cimas de las montañas, las cuales son al fin y al cabo vértices que concentran e intercambian energía entre la Tierra y el Cosmos... En estos casos eres un transmisor-receptor, una antena, una pieza esencial y preciosa del flujo energético, del equilibrio que rige el Universo y que debería regir nuestras humildes vidas, vaya tela... Y notas cómo te atraviesa, vaya si lo notas...

 

 

 

En fin, supongo que todo esto sería la siesta concebida como una forma de meditación, ¿no? Imagino que sería algo parecido, sí, una especie de siesta de la mente o de la razón... Aunque he de confesar, en mi caso, que acostumbro a utilizar “ayudas exteriores”, como el humo que suele ir fluyendo de mi pipa en ocasiones como éstas. Pocos maestros expertos en meditación aprobarían este procedimiento, ya lo sé... Es lo que tienen las adicciones, que entran en contradicción con la autoconciencia que pretendes alcanzar utilizándolas, hay que joderse... Aunque es la verdad, no voy a negarlo: estas pipas “cimeras” son la mejores, las pipas de la vida, el humo de las cenizas de un mundo caduco y por fin extinto que contemplo desde allí arriba, con el desapego y la serenidad de un iluminado...

 

 

 

Ah, pero lamentablemente no consigo que este estado dure siempre, que baje conmigo de las montañas y empape mi cotidianeidad, qué va, aunque vaya trabajando poco a poco y con suerte dispar por conseguirlo... Por eso precisamente son momentos todavía más importantes, más esenciales, por su excepcionalidad mágica, por su naturaleza de rabioso presente, por su deliciosa impermanencia... No es fácil a priori interiorizar esto de que vivimos inmersos en un flujo que sólo es presente, en el que el pasado es un espectro y el futuro una especulación, no es fácil, y mis siestas montañeras “conscientes” me permiten acariciarlo, experimentarlo aunque sea sólo un ratito, “predisponerme” por decirlo así a un mundo mejor...

 

 

 

Aunque siempre me queda un resquicio de duda sobre si la vivencia del presente, algo para lo que suelo tener ciertos problemas, se consigue “meditando”, “sesteando” con los ojos abiertos como en las montañas, dando mini vacaciones a la mente, o precisamente no es más que otra maniobra de evasión de las tantas que solemos emplear para no tener que dar la cara en el mundo real... Todavía no tengo la respuesta definitiva sobre esto… Ni probablemente la tendré en el futuro. Entre tanto, sólo sé que me resulta más fácil subir una montaña y sestear en su cumbre que dedicarme a según qué cosas aquí abajo, sobre todo dedicarme a mil y un pequeños (o no tanto) combates cotidianos que, independientemente de que me afecten de manera más o menos directa, acabo mirándome como si no fueran conmigo… Este proceso de desapego, ¿es la manera de vivir el presente, el camino hacia la autoconsciencia y la sabiduría?... A veces tengo la sensación de que la “dejación de funciones” que provoca en mí puede ser peligrosa… Probablemente una cosa sea “desapegarse”, y otra muy distinta, quizás incluso antagónica, “abandonarse”… Probablemente una cosa sea relativizar la importancia de las cosas pero seguir “ocupado” en ellas, y otra muy distinta sea desentenderse de ellas como en una especie de huida que nos libre de “preocuparnos” por ellas… Imagino que la diferencia debe depender de la “calidad” de la siesta, es decir, de que la practiques como forma de relajación para mantener tu espíritu sereno en medio del combate, o de que la practiques como protocolo de evasión... Y cuando llego a este punto de la reflexión, siempre me asaltan otras dudas: ¿existe de verdad ese combate, o es un artificio? ¿Realmente todo eso de lo que me evado va conmigo, tiene que ver con mi ser profundo?...  Yo aún no sé bien cómo la practico la siesta, ni si es un acto de valentía o de cobardía... “But I like it”.

 

 

¿Abandonarse?

 

Desde luego que los animales no padecen estos problemas (ni los niños muy pequeñines)… Cuando miro a mi perra, y ella me devuelve la mirada fijamente, me pregunto si me queda todo por aprender de ella, o no… Para ellos es muy fácil vivir el presente porque no existe más que presente, y cualquier caricia de sus amos es la única caricia, cualquier comida es la única comida, y cualquier siesta es la única siesta… Quizás de ahí su envidiable expresión cuando dormitan…

 

 

 

 

 

Dicen que el sueño de la razón produce monstruos… ¿Y la siesta de la razón, qué produce?

 

 

 

 

 

 

PD: ajajaja.... se me ha ocurrido que alguien tenga la tentación de responder la última pregunta con algo así como “pues textos como éste...”. Ajajajajajajaja....!!!!!!

 

PD II: venga, os propongo un juego, que adivinéis las tres cimas nevadas en las que aparezco fotografiado, son tres cimas básicas del Pirineo.... Si conocéis un poco la cordillera y observáis, es fácil... El premio, ciberbesos y ciberabrazos, ajajaja..... aunque si nos vemos en persona, os los garantizo en persona, más alguna birra... La traca final, si acertáis la cima en la que dormita Mel en la penúltima foto... Más birras, ajajajaja



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