Estas en Montaña Cuaderno de Entradas August 2013 La Cigarra Y La Hormiga
Friday 23 de August de 2013, 20:16:27
La cigarra y la hormiga
Tipo de Entrada: CUADERNO | 2 Comentarios | 1932 visitas

 

Una fábula de verano...

 

Una vez cerrado el telón, la cigarra se acercó a la hormiga, camino del camerino, y le dijo sin rodeos que estaba harta de acabar siempre mal en la función. La hormiga la miró unos instantes, y pudo entrever siquiera un poco el peso del hastío en lo más profundo de los ojos compuestos de la cigarra. Como no parecía haber más reacciones, la cigarra, contrariada, la sujetó por el abdomen para evitar que se fuera y le espetó que, a partir de ese día, iba a cambiar el guión de la función que venían representando desde hacía tanto tiempo, día tras día, infatigablemente.

  - Estoy muy cansada de parecer siempre una estúpida, de acabar medio muerta de inanición al final, de suplicar avergonzada un poco de comida a la puerta de tu hormiguero...-. Se detuvo unos instantes, pasándose las patas delanteras por las antenas como para ordenar las ideas.

  - ¿No pretenderás que intercambiemos los papeles? ¡Nunca podrías hacerte pasar por una hormiga!

  - No estoy hablando de un intercambio de papeles, sino más bien de un cambio de enfoque en el guión. La verdad es que no tengo ningún interés en hacerme pasar por ti; tu eficacia cada día me repele más; si tuviera la oportunidad de comer algo a lo largo de la representación, creo que vomitaría...

La hormiga la miraba en medio de la más total confusión. Apenas empezaba a balbucear alguna respuesta mal hilvanada, cuando la cigarra la interrumpió.

  - El público te aplaude, convencido de tu bondad, de tu previsión, de tu espíritu de sacrificio. Admira tu entrega y tu trabajo, te endiosa y quiere ser como tú. Y creo que ya es hora de dejar de engañarle.

La hormiga agitó las antenas, como presa de un espasmo nervioso. En el brillo intenso de sus inmensos ojos negros pudo leerse un rayo de claridad y contundencia, presto a verbalizarse.

  - ¡Acabáramos...! ¡A ti te corroe la envidia, y punto! Tratas de alterar el guión para convertirlo en vete a saber qué, y encima te atreves a decir que hasta ahora nos hemos dedicado a engañar al público. Pues te diré, por si no lo sabías, que el guión es como es porque no puede ser de otra manera... Y me atrevería a apelar a tu profesionalidad para que entiendas que nos hemos de limitar a representarlo.

  - Chica, es muy triste que a estas alturas pongas en cuestión que yo sea una actriz profesional. Y es más, precisamente porque lo soy creo que ha llegado el momento de cuestionarse qué es lo que le estamos transmitiendo al público. Demuestras muy poca imaginación con eso de que el guión es como es...

  - ¿Qué quieres que te diga? ¿Que cuando la gente salga del teatro se lleve la idea de que tu actitud es digna de elogio, imitable en todo, un estandarte? ¿Para qué me estoy deslomando yo todo el día, si no, dímelo?

  - Ya veo que tienes muy asumido tu papel.

  - Vamos, es que no puedes pretender que la obra no contenga unas enseñanzas claras para el espectador. Tú y yo somos actrices, pero nuestra responsabilidad va mucho más allá de un simple compromiso estético, y por eso hemos de estar cada una en su sitio.    

  - Lo que pretendo es que el público tenga más elementos para juzgarnos, no únicamente las pruebas falaces de un juicio sumarísimo, en el que yo soy necesariamente reo y convicto. Me puedes explicar lo que quieras...- y en la voz rasposa de la cigarra se iba despertando la risa -...pero se ha de entender una cosa: que yo soy libre y tú no, y que el ejercicio de mi libertad es mi único delito.

En este punto de la conversación, la hormiga hizo un esfuerzo por no abrir sus poderosas mandíbulas y tirársele a la cigarra al cuello. Algunos auxiliares, que andaban por allí retirando la tramoya, estuvieron a punto de intervenir y, en todo caso, tuvieron que taparse los oídos para no ensordecerse con la airada respuesta de la hormiga.

  - ¡Ah, señores, ella es libre y yo no, ella es libre porque se rasca la barriga ostentosa y permanentemente, despreocupada de todo y por todo, en medio del más alucinante ejercicio de irresponsabilidad! ¡Ella es libre y yo no! Luego se presenta ante mi casa pidiendo limosna, pero eso sí, es el ejercicio de su libertad lo que la ha llevado a rebajarse así, y por tanto es correcto... ¡Tú lo que eres es una cínica, y tu cinismo es muy peligroso!

  - Vale, pero yo sigo siendo libre y tú no.

  - Sí, libre para elegir el sitio donde morir de hambre, por ejemplo...

  - Cosa que tú jamás podrías hacer, porque tu hediondo y masificado hormiguero ha de ser tu tumba.

  - Dentro de mucho tiempo, espero...

  - Es posible, pero habrá sido un tiempo sin placer y sin ocio, un tiempo de descuento porque no te habrá servido más que para trabajar...

  - ¡Malditas seas, ya sabes que disfruto trabajando!

  - Sí, supongo que porque no has hecho otra cosa en tu vida desde que naciste; estás incapacitada para imaginar siquiera otra cosa. Ni eres libre para obrar, ni tienes libertad para imaginar: así la vida puede ser invivible... pueden quedársela...

  - Alguien incapaz de procurarse el sustento no debería ser tan presuntuoso, porque para serlo la existencia debe estar asegurada y, querida, me temo que no es ése tu caso en nuestra función.

  - Fíjate, por tanto, hasta dónde llega mi libertad; soy libre hasta para darme los humos que me parezca, con motivo o sin él... Disfruto de una libertad en estado químicamente puro, porque ni siquiera las ataduras de la subsistencia la constriñen.

La hormiga, quizás algo abatida por la esterilidad de sus intentos, hizo ademán de irse. Esta vez la cigarra no la retuvo, no en vano temía sus mortíferas mandíbulas. Se limitó a seguirla por el laberinto de pasillos y puertas hasta plantarse, tras la hormiga, en la puerta de su camerino. Infló un poco sus élitros y emitió su característico chirrido. La hormiga, sentada ante el espejo, sacudió su enorme cabeza blindada y apenas dedicó una fugaz mirada a la imagen reflejada de la cigarra.

  - Me parece que habría que hablar con el director de toda esta cuestión - dijo la cigarra sin dejar de frotarse los élitros. La hormiga se volvió hacia ella con cara de no entender.

  - ¿Qué director? Esta función nunca ha tenido director.

  - Bueno, es igual. En ese caso quizás haya que nombrar uno - contestó la cigarra, y acto seguido se dio la vuelta y se perdió a toda velocidad por los pasillos en penumbra. La hormiga levantó en un instante su voluminoso cuerpo y se lanzó tras la cigarra. Cuando la hormiga acertó a verla, la cigarra ya entraba en tromba a través de una desvencijada puerta, de la que colgaba un cartel con la palabra "Director". Una vez dentro, se encontró con la cigarra dando vueltas frenéticamente de un lado a otro, mientras murmuraba "...pues no hay director, la verdad, maldita sea..."

  - Bueno, es igual - exclamó la cigarra deteniéndose de pronto con expresión de júbilo - Como no hay director, y en ejercicio de mi libertad, me proclamo directora de la función.

  - No puedes autoproclamarte directora, es intolerable, incorrecto, está prohibido... - respondió centelleante la hormiga.

  - Sí, yo sí, porque soy libre. Eres tú quien no podría hacerlo porque no lo eres, y además no tendrías tiempo: tienes que trabajar... ¿Ves? - añadió la cigarra con una sorna que ni su inexpresivo y quitinoso rostro pudo disimular - yo tengo tiempo de sobra, y por tanto me proclamo directora.

  - Está prohibido que un actor se proclame director unilateralmente, y lo sabes. Esto es un golpe de fuerza, de pura fuerza.

  - Soy libre para ejercerla, y tengo tiempo para ejercerla: me sobra el tiempo a mí, ¿sabes?... Además, no nos engañemos, esta función necesita un golpe de timón: sólo tiene dos actores y uno está muy ocupado saboreando su esclavitud; por lo tanto, el otro se tendrá que encargar del tema. ¿No te parece brillante mi argumentación?

  - Me parece miserable y vil, propia de un tirano o de un enfermo mental. Me opongo frontalmente.

  - Bien...- respondió la cigarra mientras tomaba parsimoniosamente asiento en la butaca del director.-...tienes derecho a oponerte. Es más, diría que eres libre de hacerlo, si no fuera porque no tienes libertad ni eres capaz de disfrutar la poca que pudieras tener.

La hormiga estremeció todo su cuerpo, como si un gran peso la hubiera estado oprimiendo hasta ese momento y, justo entonces, se hubiera liberado. Se acercó a la mesa y se encaró con la cigarra, de cerca, poniendo cuatro de sus seis patas sobre la elegante carpeta de cuero.

  - ¿Ves estas mandíbulas? Están curtidas por el trabajo, gracias a él son fuertes y eficaces, y te advierto que también pueden ser peligrosas. No voy a tolerar una imposición semejante: a los tiranos se les machaca.

- Querida, no entiendes nada, me limito a tomar las riendas porque soy la única de las dos que está en disposición de hacerlo. Y tus amenazas son, la verdad, de un terrible mal gusto, aparte de que revelan una tendencia lamentable hacia las soluciones violentas.

  - ¡No me infles las antenas! ¿No es violencia apropiarse de un puesto que no corresponde? Pues a eso se responde con violencia - dijo la hormiga.

  - ¡Dios mío, qué primitiva resultas! No puedes creerte lo que estás diciendo, a menos que trabajar demasiado también idiotice... Alguien tiene que ocuparse de dirigir la función, eso está muy claro, y tú no pareces preparada ni dispuesta a hacerlo.

  - Y luego me echas tus discursitos sobre la libertad... miserable - contestó la hormiga -. No te importa nada la libertad, porque no tienes reparos en pisotear la libertad ajena. Nunca ha habido director en esta función, nunca lo hemos necesitado, pero la señorita quiere alimentar sus delirios de grandeza. Nunca nos ha dirigido nadie y nunca nadie nos va a dirigir, porque sabemos llevar esta obra como nos parece...

La cigarra se levantó de un salto y asestó un fortísimo golpe sobre la mesa con sus patas delanteras. Se quedó mirando a la hormiga a los ojos, muy quieta, muy quieta, y habló.

 - ¡Ajá, aquí quería yo llegar! Estás empezando a ganarte tu libertad a pulso...


2 Comentarios
Enviado por Papers el Saturday 24 de August de 2013

"No me infles las antenas" jajaja, que bueno!!!!jajaja.Buen mensaje Gerardo, sí señor!!!Curiosamente últimamente no sé qué pasa que estoy aprendiendo la parte que no se cuenta de algunas fábulas con las que nos han bombardeado con valores y principios que se dan por hechos, pero que si rebuscas...siempre tienen una cara B.Y por cierto...¿tú que eres, cigarra u hormiga?Un saludo!!!
Enviado por Gerardo el Saturday 24 de August de 2013

Sí, todo tiene su cara B, como dices.... Y también nos han vendido muchas motos, porque un súbdito ocupado en trabajar es más manejable que un ciudadano que emplea parte de su tiempo en pensar... Ya le dice la hormiga de mi fábula a la cigarra que su "cinismo" es muy peligroso... Yo.... jajajaja... supongo que soy mucho más cigarra que hormiga... Creo que se nota en mi versión de la fábula.... Un saludo, Papers.


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