Friday 10 de October de 2008, 11:20:41

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 ¿Es esto lo esencial? Un Posets matinal visto desde el flanco norte de la Punta Suelza, en abril del 2007. 

Lo esencial, lo esencial... “Allí arriba la vida se reduce a lo esencial”. Así lo escribí una vez, y, repensándolo, no me apetece ahora continuar explicando cuándo, dónde y cómo me falló esta receta en la montaña, que es lo que empecé a hacer en mi post anterior “¿Lo esencial?”, sino lanzar al aire una serie de cuestiones de tipo más general que, por sí mismas, podrían destruir tanta hermosa teoría. Nunca como ahora mismo esos interrogantes del título cobraron más sentido. Sí, ya sé que muchos habréis dado vueltas a este tipo de cosas y que podría parecer un lugar común, soy consciente de este peligro, pero llevo unos días algo “espeso” y necesito ponerlo negro sobre blanco. Espero que no resulte demasiado sombrío. Por suerte no dura demasiado: creo que he conseguido controlar mi diarrea redactora.

A veces resulta todo tan sombrío... El Posets desde Las Forquetas en setiembre del 2006.

“La vida se reduce a lo esencial”. Menuda tela... Supongo que lo esencial de la vida es poder seguir viviéndola, es el mínimo común denominador por debajo del cual no puede hablarse de vida. Creo que todos podríamos estar más o menos de acuerdo con esta perogrullada...

Para llegar hasta allí arriba hay que tener vida, y además una vida con calidad y tiempo suficientes como para poder vivirla a tu manera, con las cosas básicas cubiertas, minimamente garantizadas.

¿Qué es lo esencial cuando descubres que tantas personas no saben si seguirán vivas mañana?

¿Qué es lo esencial cuando sabes que muchas personas tal vez no podrán comer mañana?

¿Qué es lo esencial cuando observas la degradación de las formas de convivencia, sin las cuales esto no puede seguir funcionando - y no olvidemos que somos “zoon politikon”, como dirían los antiguos griegos, criaturas sociales?

¿Qué es lo esencial cuando comprendes que muchas personas no saben sin serán eliminadas mañana por la ambición e inhumanidad de sus semejantes?

¿Qué es lo esencial cuando ves a tu alrededor cómo la dignidad humana es moneda de cambio?

¿Qué es lo esencial cuando compruebas cómo estamos expoliando el entorno que sustenta nuestras vidas?

¿Qué es lo esencial cuando ves en torno tuyo a personas, algunas muy próximas, que han luchado y luchan por su vida contra situaciones personales muy duras?

¿Qué es lo esencial cuando tan a menudo descubrimos que nos cuesta mucho querer a quienes nos quieren?

En definitiva, ¿qué es lo esencial cuando tanto nos cuesta saber qué es lo esencial?

A veces me da por pensar que subimos allí arriba, los que podemos permitírnoslo, por puro escapismo, sin más. Lo esencial sería entonces huir. ¿Por qué no?

Vista así, nuestra actividad sería simplemente un juego de niños mimados e incapaces de un mínimo de coraje para afrontar lo esencial de verdad.

Arriba la vida se reduciría a lo esencial, es cierto, pero simplemente por ceguera autoinducida, por eliminación deliberada de lo auténticamente esencial, que serían los problemas y más problemas que acogotan nuestra realidad, la de nuestros seres queridos, la realidad de nuestros semejantes y la del planeta en que vivimos, en definitiva, porque todas ellas son en el fondo la misma realidad.

¿Siempre huyendo, siempre dejando de lado lo que nos preocupa, siempre evitando el sufrimiento? Como aquí bajando del Aneto en octubre de 2005, evitando las grietas del glaciar. 

Claro que la vida se reduciría a lo esencial allí arriba... A lo esencial que habríamos decidido egoístamente que fuera lo esencial, sin más. Desprendiéndonos de todo lo que nos molesta, de todo lo que nos hace reflexionar, de todo lo que nos contraría, de todo lo que nos hace sufrir.

El relax de la montaña, lejos de lo que nos agobia... Bajando del Cástor en julio de 2007.

A menudo me parece que lo esencial está de verdad abajo, únicamente abajo, y que subimos para liberarnos de ello durante un tiempo, un día, una semana o tres meses. Es más liviano el peso de nuestro cuerpo y nuestra mochila en lucha contra la gravedad y los elementos que el peso de la realidad. Pero siempre hay que acabar bajando, porque al fin y al cabo somos lo que somos y no podemos quedarnos allí indefinidamente.

Las festucas sí que siempre están allí, tenaces, inquebrantables, resistiendo el pedregal inhóspito y los fríos extremos. En este caso a los pies de los Vallibiernas, en noviembre de 2006.

Todo sería pues una terapia de supervivencia, de vaciado mental, una especie de protocolo oriental para recargar nuestra energía. La montaña sería nuestro psiquiatra, nuestro “padre espiritual”, nuestro maestro de meditación... Pero sospecho que pocos pueden sustraerse a lo efímero del tratamiento, porque luego abajo las prioridades y los contextos se alteran completamente y lo esencial acaba siendo tan diferente... Podemos volver a subir, es verdad, pero siempre tendremos que volver a bajar, siempre...

Este buitre que sobrevolaba la Coma de l'Orri en setiembre de 2007 también es resistente, también está en su medio... Él no tiene que bajar.
 

A veces me da por pensar que somos una horda de pijos malcriados...

O una comunidad de iluminados...

¿Es esto la iluminación? Cabecera del valle del Miera, Cantabria, en agosto de 2007. 

Ya sé que puede haber matices intermedios, pero, si me ponen entre la espada y la pared, desde luego prefiero pensar lo segundo, y además en el sentido positivo, como seres por fin sabios, serenos y en paz.

En fin, por soñar que no quede.

¿Soy un ser iluminado? "Espectro de Broken" en los Gemelos, macizo del Posets, en octubre de 2006.

2 Comentarios

Enviado por Fern el Friday 10 de October de 2008

�Bonito texto y bonita reflexión. La verdad es que me ha hecho pensar. Voy a aprovechar para compartirlo con los amigos.�

Enviado por Ram el Saturday 11 de October de 2008

�Cuestionarse de vez cuando puede ser terapeutico, si lo haces con estas fotos ya es poesia.
Felicidades. �