Estas en » Montaña » Cuaderno de Entradas » April 2009 » Egos
Thursday 30 de April de 2009, 14:00:34
Egos
Tipo de Entrada: CUADERNO | 22 Comentarios | 3243 visitas

 

 

El Matterhorn, el ego de muchos alpinistas, visto al amanecer desde la ruta del Alphubel.

 

 

Parece ser que los conocimientos psicológicos actuales hablan de tres manifestaciones del ego: el ego víctima, el ego perseguidor y el ego salvador. Yo ya había oído hablar, e incluso había leído, acerca de los peligros del ego, no en vano en la facultad me empapé de Claude Levi-Strauss, el “marxista-zen†que le llamaban algunos de sus detractores con cierta mala leche pero en el fondo con una envidiable precisión (ya dicen que, a veces, obtendrás de tus rivales tus mejores credenciales...). Y más tarde han caído en mis manos algunos textos de estirpe oriental, básicamente budista, en los que una de las ideas base es siempre la misma: el ego es lo que nos pierde, lo que nos hace infelices, porque en definitiva no es más que una entidad fantasmal producto de nuestra mente, una entidad que camufla y suplanta nuestro auténtico ser. Bien, al margen de mis convicciones íntimas, al margen de  interiorizarlo o no como un protocolo de funcionamiento personal, el concepto me había quedado claro y me parecía sugestivo. Pero aún no tenía noticia de esta rigurosa clasificación “trinitaria†del ego (por cierto, que quede dicho que esta “clasificación racional†cae precisamente en la trampa que de forma tan bella denunció Levi-Strauss en sus escritos a propósito de las deficiencias de nuestra estructura mental racional, incapaz de “aprehender†la verdad del mundo que nos rodea...).

 

 

La ruta normal al Alphubel desde el oeste. Luego sabréis a qué viene tanto Alphubel...

 

 

Por lo que me ha explicado gente que sabe de esto, parece ser (y no quiero que esta expresión dé a entender que estoy explicando un cuento para niños...) que el ego sólo tiene estas tres manifestaciones, ya bien sea en estado puro en cada una de sus tres modalidades, o mestizado entre dos o tres de ellas. El tema tiene jugo, sin duda, porque no hace falta un análisis introspectivo demasiado profundo para reconocerse muchas veces en uno de los tres estereotipos o paradigmas, no sé cómo llamarlos, o incluso en el paradigma “fusionadoâ€, que diría para entendernos. Con un mínimo de honradez, habremos de reconocer que todos hemos pasado, o estamos pasando, por uno de los tres o por todos ellos mezclados a la vez en dosis variables... O que incluso estamos instalados en ellos... Ahora podría añadir aquí aquello de que “así nos luce el peloâ€, pero no es ésta mi intención en este momento.

 

A propósito de clasificaciones y de mezclas, se me ocurren manifestaciones del ego que se me antojan muy claras, con sus nombres propios, y que imagino que caen dentro de alguna de las tres etiquetas mencionadas. No sé, por ejemplo el ego hinchado de orgullo, que tan a menudo tanto nos perjudica... Tal vez sea una mezcla del de víctima, por aquello del orgullo herido, con el de perseguidor, por lo de acosar a los demás, que para eso soy quien soy, o incluso con el de salvador... ¿Y el ego de la ira, el ego iracundo que nos ciega? Pues supongo que también es incluible en alguno de los tres, quizás la versión extrema del ego perseguidor...      

 

Víctima, perseguidor, salvador... La cosa, a parte del rigor filosófico, tiene su belleza incluso a nivel formal o casi literario, porque, cuando oí hablar del “ego perseguidorâ€, al momento me vino a la cabeza el relato “El perseguidor†que escribió hace muchos años Julio Cortázar a propósito del gran Charlie Parker, un relato en el que se “demostraba†con una delirante hermosura cómo una aparente “víctima†del entorno y de su propias flaquezas era en realidad un “predadorâ€... Sí, quizás acorralado y débil, pero al fin y al cabo un “predador†caído en el ejercicio de sus funciones como tal.

 

Vaya, vaya, empiezo por interrelacionar los conceptos “víctima†y “perseguidorâ€... No sé cómo voy a salir de ésta, yo no soy Cortázar... Por avanzar un poco en el asunto, diré que se me ocurre una clasificación de egos más extensa, la verdad (el airado o el orgulloso, como he dicho antes), pero es cierto que a la tradición cultural occidental, que es la que conozco un poco, siempre le han fascinado los “tercetosâ€, ya desde los tiempos de la “tríada capitolina†de los romanos, pasando por la “santísima trinidad†elaborada por los primeros teóricos del cristianismo (en un alarde realmente complicado de elucubración mental que dio lugar desde el principio a enfrentamientos y purgas feroces, qué se le va a hacer...), o por los “tres estados†de las cortes y cámaras medievales y modernas previas a la Revolución francesa (nobles, eclesiásticos y “los demásâ€...), y acabando por los tres poderes definidos por Montesquieu (legislativo, ejecutivo y judicial) que aún empapan nuestra cultura política... ¿Y “los tres reyes magosâ€, o “los tres cerditosâ€...? En fin, es evidente que el tres es un número con pedigrí, es lo que hay... Seguramente fuera de la órbita europea encontraríamos más de lo mismo... Debe formar parte de la estructura mental humana, que diría Levi-Strauss, esa “red†que hemos de lanzar sobre la realidad para desmenuzarla y poder comprenderla, perdiéndonos en ese proceso su auténtica naturaleza, su esencia...

 

Joder, qué rollo os he metido... Este es un post en un blog de montaña, y pretendía hablaros de montaña, o al menos que lo pareciera, porque la montaña siempre acaba siendo un pretexto para hablar de otras cosas... No pretendo hablaros de mi vida, pero sí de mi montaña, en la que he ejercido los tres roles claramente, el de víctima, el de perseguidor y el de salvador, uno detrás de otro o todos a la vez, como en una orgía... 

 

 

Allí estamos, tirando para arriba.

 

 

¿Qué es el ego de perseguidor? Es tal vez aquello que te compele a perseguir una ascensión y una cima contra viento y marea, aquel impulso casi primario que te obliga a intentarlo a todo trance, incluso por encima de la prudencia y de las capacidades... Empieza con ese estado mental previo a una ascensión, esa efervescencia con la que centras el objetivo y luego operas sobre el terreno con una determinación inquebrantable. Vale, todos hemos pasado y pasamos por ello muchas de las veces en que preparamos una ascensión, ya lo sé... Es más, sin esta determinación es posible que muchos de nuestros proyectos montañeros se quedaran en el tintero... Pero el ego es peligroso, y en este caso concreto el peligro consiste en que no te permita valorar el peligro, en que sobre el terreno te obceques y apures las circunstancias hasta más allá de lo razonable, simplemente porque “persigues†ese objetivo a todo trance, porque tu “ego perseguidor†te compele a ello e incluso te impide ser capaz de valorar lo que hay y te impide decidir renunciar... Algo así me ocurrió en el Alphubel en julio del 2000, donde apuramos la situación hasta el final, hasta hacer cima con unas condiciones muy malas que nos impedían ver a cincuenta metros mientras no dejaba de nevar y discurríamos por la arista sur, procedentes del Täschhütte. Había nevado durante la noche, y lo siguió haciendo a partir de media mañana, una nevada que nos cogió a partir del Alphubeljoch y nos obligó a progresar por una arista saturada de nieve fresca. Una pareja de holandeses con los que hicimos buenas migas en el refugio nos siguió hasta el collado y poco después se dio la vuelta, desapareciendo de nuestra huella, supongo que pensando que estos españoles estaban locos de atar... Ãbamos en dos cordadas, y yo encabecé la primera hasta que llegó un momento en que me sentí agotado de abrir huella sobre treinta centímetros de nieve fresca. Por suerte Ferrán, que estaba fortísimo, se puso a tirar en mi cordada y nos abrió literalmente una trinchera estupenda por la zona más estrecha. En la parte final el terreno se ensanchaba hasta la cima, y allí progresamos con más comodidad pese a la visibilidad prácticamente nula. Llegamos arriba y aún avanzamos un poquito hasta parecernos que el terreno empezaba a bajar ligeramente... Dimos por culminado el pico, entre otras cosas porque caían copos como puños y nos preocupaba que desapareciera nuestra huella de ascenso en medio de aquella invisibilidad casi total. En apenas diez minutos estábamos tirando para abajo, siguiendo por suerte nuestra traza de ascenso sin excesivos problemas. Una vez en el collado la situación meteorológica mejoró un poco, ganamos en visibilidad e incluso llegamos al refugio bajo el resol. Aquella misma tarde estábamos cenando unas pizzas en Täsch y celebrando la cima “imposible†de aquella misma mañana... Aquel día nuestro “ego perseguidor†pudo habernos jugado una mala pasada, porque nos metimos a oscuras en un terreno afilado, desconocido y recién nevado, donde podría haberse desmoronado cualquier cosa en cualquier momento con nosotros encima, o habernos caído nosotros directamente... Creo que tomamos buena nota de la experiencia del Alphubel, de cómo el afán perseguidor puede colocarte en el disparadero... La prueba de ello vino apenas dos días más tarde, cuando estando en el refugio Britannia ni siquiera tanteamos la ruta del Allalinhorn por el Hohlaubgrat y nos bajamos a tomar cervezas a Saas Grund (era el 14 de julio, mi cumpleaños, y la bebida iba de mi cuenta...). Misma méteo, nevadas intermitentes pero más o menos regulares, una ruta de arista a veces afilada, a oscuras y con nieve fresca acumulándose... Ãbamos servidos con la experiencia del Alphubel, y todos éramos muy conscientes de ello, creo. Por suerte, el “ego perseguidor†no nos llevó a tirar de la cuerda más de la cuenta...

 

 

Con el ego a rebosar en el Alphubel, antes de que el tiempo empeorara definitivamente... Incluso nos permitíamos adelantar a otras cordadas.

 

 

Llegamos al Alphubeljoch, en condiciones ya diferentes...

 

 

...que van empeorando deprisa....

 

 

...como resulta patente.

 

 

Nieve fresca, agotadora y peligrosa...

 

 

¿Qué es el ego de víctima? Es lo que te hace sentir vencido por y entregado a las circunstancias y los elementos, hasta el punto de asumir una actitud pasiva y morbosa, casi autocomplaciente, que anula tus reflejos y tu capacidad de superación, e incluso de supervivencia en una emergencia. Un delirante juego mental en el que acabas pensando que todo y todos se han confabulado contra ti... A veces las cosas se ponen en contra de uno, incluso a pares o a “tríadasâ€, por usar un número “mágico†o casi cabalístico, pero el auténtico problema surge cuando atribuyes todo eso a una confabulación o “contubernio†que se decía antes, a algo o a alguien que ha “decidido†ir a por ti. Es entonces cuando puedes acabar rindiéndote y poniéndote directamente en peligro. A mi siempre me han gustado, o me han hecho gracia, las llamadas “leyes de Murphyâ€, que formulan de manera ordenada y sistemática todas esas posibles acumulaciones de circunstancias adversas, y de hecho las invoco a veces y pienso en Murphy como en un diosecillo omnipotente y cabrón... Pero no es más que un ejercicio casi de estilo, porque sólo creo realmente en el azar, o en las relaciones causa-efecto desencadenadas por uno mismo o por circunstancias varias, a veces generadas mucho tiempo atrás, que te acaban enganchando en medio... La verdad es que, salvo en pequeñas y constantes tonterías cotidianas que te contrarían y que te hacen invocar a Murphy casi como quien cuenta un chiste, no he experimentado muchas veces el papel de víctima... O no lo recuerdo apenas, porque la memoria es selectiva y sabia, un mecanismo de supervivencia, y sabe atenuar aquellos recuerdos que no han de servirnos para nada más que para sentirnos estúpidamente perseguidos... La verdad es que mis recuerdos de sentimiento de víctima están a menudo ligados a circunstancias tontas y lógicamente incontrolables, que no te hacen peligrar pero te hacen sufrir (tontamente, podría añadir...). En montaña no tengo un caso concreto, sino más bien una acumulación de momentos, tantas veces, en que uno se ha sentido traicionado, por ejemplo, por una méteo imprecisa que se presenta a destiempo, la clásica situación de empeoramiento prevista para el domingo por la tarde que se presenta la madrugada del sábado al domingo, trinchando por la mitad las actividades previstas para el domingo y frustrando los planes. Esto me ha pasado unas cuantas veces y no sabría encontrar por las buenas un ejemplo concreto... Quizás me sucedió cuando encaré en verano del 98 la aproximación al Aletschhorn, tal y como os contaba en mi post “¿Lo esencial?†hace ya unos meses. Como he dicho antes, el problema empieza cuando los lamentos formales dejan paso a una actitud abiertamente negativa o pasiva, porque es entonces cuando traspasas la frontera entre una simple pataleta y un bloqueo serio de tu capacidad de reacción. Es cuando tu afán de sentirte una víctima puede acabar convirtiéndote en una víctima de verdad.

 

 

Allí estamos, Ferran, Mati, Pep, Jorge y servidor tras la cámara, henchidos de ego... o cada vez menos, la verdad...

 

 

Un descenso en estas condiciones acaba con cualquier ego...

 

 

El Breithorn desde las cercanías de Täsch al día siguiente. Esa mañana fue el único momento despejado de toda la semana, el que hubiéramos tenido que aprovechar para subir al Alphubel en condiciones.

 

 

¿Qué es el ego de salvador? Tal vez sea el más difícil de definir, pero al fin y al cabo es real como la ventisca... Yo lo veo como el de esos momentos en que uno se dice algo así como “no pasa nada, para eso estoy yo aquí...â€. Pienso que se manifiesta normalmente en esos momentos en que uno peca de exceso de auto confianza, en que uno cree que está por encima de las circunstancias porque cree poder controlarlas, hasta que descubre lo contrario y suele ser tarde... ¿A quién no le ha pasado esto en la montaña alguna vez? Pues sin ir más lejos, a mí me ha pasado hace tan poco que todavía tengo las manos “marcadas†a fecha de hoy. Hace menos de dos meses, en uno de mis paseos matinales por el Montseny con mi perra Mel, intenté llegar al Turó de l’Home remontando directamente desde el fondo de Passavets, una ruta que he hecho muchas veces, bonita y solitaria, que remonta el bosque por pistas desiertas (no es la ruta marcada con hierros verdes) y te acaba dejando ante los últimos metros de pendiente supraforestal más o menos empinada. Pero este año quedaba mucha nieve aún allí arriba, y una nieve que se había compactado mucho desde las últimas nevadas. El caso es que acabé saliendo del bosque e internándome en la remontada final con mis botas de trekking y mis palos, viendo que la nieve me aguantaba a duras penas pero confiando en que veía algunas zonas de placa con nieve más blanda, por las que poder ir progresando. Aunque Mel, con sus crampones incorporados, iba y venía con absoluta soltura, hubo un momento en que me las vi y me las deseé para continuar, pero así todo decidí forzar un poco más, que al fin y al cabo se trataba del Montseny y nunca me he presentado allí con crampones... Mi ego auto confiado y sobrado me traicionó, y cuando comprendí que no podía seguir para arriba y me di la vuelta para empezar a recular, es cuando resbalé. Lo hice bastantes metros, cogiendo velocidad hacia las hayas de la parte baja porque, lógicamente, tampoco llevaba un piolet a mano... Los protocolos de autodetención me acabaron funcionando a tiempo, y eso que aferrado a un palo de esquí resulta bastante más complicado que con un buen piolo... Pero no evitaron que me abrasara los dedos contra esa nieve helada que parecía asfalto. Y aún arrastro las cicatrices de las erosiones que me hice. La falta de prudencia, o de humildad, estaría en la base del problema. Y la falta de humildad es unas de las manifestaciones más peligrosas del ego, porque te hace perder de vista la realidad en un santiamén. Una realidad que puede volverse de pronto peligrosa en un sitio al que vas simplemente a pasear, relajado y por supuesto sin el material habitual... Sobrevalorar tus capacidades, ya sean físicas, mentales, técnicas o incluso personales, igual que infravalorar las circunstancias que te rodean y condicionan, puede tener sus problemas. Sí, me diréis que sin sobrepasarlas no existiría el progreso humano... Vale, no lo niego, pero este argumento también puede ser una manifestación peligrosa del ego, un argumento sobre el que podríamos estar discutiendo durante horas... No es una cuestión fácil de resolver, pero el problema está ahí, y lo más difícil es encontrar el punto de equilibrio entre tus capacidades y la insensatez... ¿Qué asunto más difícil a veces, verdad...?

 

 

La pendiente de nieve helada por la que acabé resbalando camino del Turó de l'Home.

 

Y donde más o menos me detuve, antes de acabar "ensartado" entre las hayas...

 

 

Me quedaría hablaros de la orgía de egos, pero casi me da vértigo. Me da la sensación de que la mayoría de las veces en que el ego actúa, lo hace de acuerdo a patrones “mestizos†en los que puede mezclarse la “persecución†con el “esto lo arreglo yo...†y con el “con más feas he bailado...â€. Bien, posibles situaciones explosivas... O patrones que mezclan en una danza sutil el rol de víctima o perseguido con el de predador o perseguidor, como tal vez le pasaba al gran Parker, en versión Cortázar... En fin...

 

 

Nuestra estancia en Britannia aquella vez dio para poco más que para fotografiar a este nativo...

 

 

Vamos a ver, extrapolemos con valentía estas reflexiones montañeras... Al margen de la montaña, ¿a quién no le ha pasado todo esto en la vida alguna vez, o mil veces...? ¡Ah, los peligros del ego tripartito...!

 

 

En el remonte de Saas Fee hacia Britannia, con nuestro ego vapuleado en el Alphubel reflejado en nuestras caras.

 

 

 


22 Comentarios
Enviado por Ram el Thursday 30 de April de 2009

“Gerardo, como puedes tener todo esto en tu peluda cabeza, urge que nos tomemos tu y yo unas cuantas cervezas, ahora tengo que salir,vuelvo mas tarde...”
Enviado por Ram el Monday 4 de May de 2009

“Gerardooooooooooooooooooooooooooooo ¿donde estas?”
Enviado por Sergi el Monday 4 de May de 2009

“Que bueno leer algo así en blogs de montaña.Yo hace poco también escribí unas notas para mi mismo relacionadas con el ego y la montaña.Como bien comentas casi siempre se presenta en una mezcla de las 3 o n variantes. Pero en montaña, al centrarse uno y liberar la mente, se ven más claras sus formas de 'ataque. Aunque son reflejos de la vida diaria, pero cuesta más de verlo.Un buen post de reflexión, que ya va bien en un mundo con tanto ego como es la montaña.Saludos”
Enviado por Comhofaelvent el Monday 4 de May de 2009

“Gerardito, a parte de los riesgos que se pueden correr, lo peor del ego es que no te deja disfrutar del momento, de la montaña, de tus compañeros, y lo más importante, de tí mismo...
Sergi ha dado en el clavo, alliberar la ment, passar de ser un pensador a ser un observador, per identificar l'ego i no deixar que ens manipuli!
Molt xulo el post i precioses les fotos!
Salut i autoconsciència!!!”
Enviado por Gerardo el Monday 4 de May de 2009

“Ya lo sé, Comhofaelvent, ya lo sé, y trato de corregirlo, aunque no siempre es fácil... Creo al menos que un análisis de este tipo, tan aparentemente racional, me ayuda a desenmascararlo, al menos por la vía de percibirlo como un peligro para mi integridad física, y de esta manera saber detectarlo y "observarlo". Es mi primera intención en un escrito de este tipo, por el momento me conformo con esto...”
Enviado por Ram el Monday 4 de May de 2009

“Gerardito mio,je,je,je, estoy con Judit en mucho de lo que expone, pero no te quepa la menor duda; "el riesgo está en la aventura" y cuando estas nieves se marchen, otras nieves vendrán...”
Enviado por Pep el Tuesday 5 de May de 2009

“¡Dios mio, qué foto! ¡Parecemos la cuadrilla de la muerte!... Esa que glosaba Sabina...”
Enviado por Pep el Tuesday 5 de May de 2009

“¡Dios mio, qué foto! ¡Parecemos la cuadrilla de la muerte!... Esa que glosaba Sabina...”
Enviado por Pep el Wednesday 6 de May de 2009

“Recuerdo ir el último de la segunda cordada... dándole el último repaso a la autopista que entre tú y Ferran ibais abriendo y pensando qué puñetas podía hacer yo por vosotros si eso se desmontaba. Remonté la última pendiente cimera casi sin resuello.
Veo por las fotos que encabecé el descenso y no recuerdo ninguna sensación especial de peligro atravesando aquella huella, al fin, tan trabajada...
Por cierto, no has fechado esta ascensión.”
Enviado por Gerardo el Wednesday 6 de May de 2009

“12 de julio del 2000. Siete horas y media desde el refu a cima, con 1.500 metros de desnivel...”
Enviado por Pep el Wednesday 6 de May de 2009

“Se agradece la precisión... Habrá ”
Enviado por Pep el Wednesday 6 de May de 2009

“... Habrá que volver por ahí a ver qué aspecto tiene.”
Enviado por Gerardo el Wednesday 6 de May de 2009

“Era una de mis ideas para este verano, subir al Alphubel tranquilamente, a disfrutar de esa arista y de la cima, que creo que tiene unas vistas soberbias. El problema es que si no llevo a Mati a Konkordia se pondrá hecha un basilisco, y tú pagarás las consecuencias...JAJAJA..... Perdón, no acostumbro a ser tan malo maloso....”
Enviado por Gerardo el Wednesday 6 de May de 2009

“Bien pensado, y si disponemos de una semanita, lo lógico es simultanear ambas cosas, algo perfectamente posible: un Alphubel y un Konkordia, con cimas o no....(mejor con ellas, claro...)....”
Enviado por Gerardo el Wednesday 6 de May de 2009

“Por cierto, Pep, ¿no te has fijado en que Mati, aferrada a la barra vertical, parece una bailarina de estriptease a punto de empezar su performance...? .... Joder, qué tarde llevo, perdón, mucho perdón....”
Enviado por Pep el Wednesday 6 de May de 2009

“A mi me da más la sensación que se coge a la barra para no caer desplomada... Por cierto ¿Ya sabes que Mati también lee este Post?
En otro orden de cosas... ¿Esta elocuencia tuya se debe, por poner el caso, a la espirituosa influencia del señor Daniel's o del señor Torres?”
Enviado por Gerardo el Wednesday 6 de May de 2009

“No, sólo he tomado un poco de tinto y un carajillo de Magno.... Lo de Mati ya lo sé, y sólo yo debo pagar las consecuencias. Además, si se pasa conmigo sabe que no la acompañaré a Konkordia, o sea que tengo la sartén por el mango, juojuojuo.... Sí, ya sé que podría ir sin mí, pero se reiría menos...


















Enviado por Antares el Tuesday 23 de February de 2010

“Joder Gerardo..., "El Perseguidor" de Cortázar. Has pulsado otra tecla, Julio, uno de mis insdispensables... Ni más menos que el enormísimo cronopio enredado en disquisiciones ególatras y montañiles, para qué quiero más :) Este texto no te lo había leído pero me ha gustado como los otros. El ego perseguidor me acecha y merodea demasiadas veces por esas cumbres, menos mal que en el fondo soy un cobarde jejeje”
Enviado por Gerardo el Tuesday 23 de February de 2010

“Hey, Antares, otro adicto a Cortázar... Yo leí muy jovencito "Rayuela", y la he vuelto a releer varias veces... Fue una especie de revelación, hasta intenté imitarla en alguno de mis relatos largos, pobre tonto de mí... Para remate me gusta el jazz, y Parker se me antoja la "revolución " en estado puro..... No se pueden pedir más ingredientes!!”
Enviado por Antares el Tuesday 23 de February de 2010

“Yo soy de los incondicionales de Julio, para mí es el más grande. Curiosamente ayer terminé un libro de textos que acaban de editar (Territorios) y que aún no se había editado del lado de acá (sí del lado del allá jejeje) Y es cierto que su manera de escribir se pega..., yo en mis pinitos también he pergeñado textos a la manera cortazariana, pero me habré quedado en el intento. Una mezcal insospechada pero interesante esa de Cortázar y montañas, profundizaré en ella :)”
Enviado por Gerardo el Tuesday 23 de February de 2010

“¿No te referirás a "Papeles inesperados"? Yo lo tengo a medio leer. Me ha impresionado especialmente, de momento, "Ciao Verona"... Me dejaría matar por llegar a escribir algo la mitad de bueno, total, un relatillo de apenas quince páginas... Esto de esplorar la combinación Cortázar-montaña también me excita a mí. De hecho, cuando escribí en otoño el relato "Nortada", colgado en el blog, tenía a Julio en la cabeza... Pobre de mí, jamás seré capaz de su profundidad y su frescura, a partes iguales, y de esa forma de narrar, menuda bestia!!!”
Enviado por Antares el Wednesday 24 de February de 2010

“Los Papeles Inesperados ya los devoré convenientemente nada más publicarlos, las casi 500 páginas se me quedaron cortas. Y es que no todos los días se despierta uno con la noticia de nuevos escritos del maestro encontrados por azar en una cómoda parisina. Escribí algo sobre ese hallazgo en otro blog no montañero que tengo medio abandonado: http://sendas-celacanto.blogspot.com/2009/09/festin-inesperado.html El que he terminado ahora es un bonito volumen en formato apaisado y en una cajita que acaban de publicar llamado "Territorios" y que recoge textos de Julio sobre diversos artistas plásticos junto con fotos de sus obras. Algunos ya aparecían en otras obras. Creo que hasta ahora el volumen sólo se publicó en México. En Papeles Inesperados se añaden otros del mismo cariz en el apartado "Otros Territorios". Algunos textos son inefables, Cortázar en estado puro.Gerardo, que estoy encantado de conocer, aunque sea via blog jejeje, a un montañero cortazariano como tú y además amante de los clásicos... Me gusta lo que escribes y cómo lo escribes.”


Añadir nuevo comentario
Usuario de Madteam.net No usuario




Vista Previa



 

 
MadTeam.net | Suscribirte a este blog | Creative Commons License Blog bajo licencia de Creative Commons. | compartir este enlace en Facebook