Friday 27 de January de 2012, 19:08:18
Manchas
Tipo de Entrada: CUADERNO | 1788 visitas

 

Hace cosa de un mes me pareció que el visor de mi Nikon réflex ofrecía muchas pequeñas manchas cuando encuadraba (siempre encuadro por el visor óptico pese a ser una máquina digital: es un placer amorrarse a la cámara, sentirla en mi rostro como una amante que me acaricia...). De hecho, hacía un tiempo que detectaba a veces pequeñas manchas en mis fotos de montaña, las cuales no parecían tener una relación directa con la limpieza de las lentes del objetivo, porque lo iba limpiando más o menos regularmente... Sin pensarlo mucho y sin demasiados medios, porque estaba en pleno paseo por el Alt Berguedà, me puse a limpiar con kleenex, primero, y con papel para cristales, luego, el espejo interior, el que envía la imagen desde el objetivo al prisma superior y de aquí al visor. El resultado no fue bueno y acabé intentando limpiar la parte baja del prisma, la que es accesible. El resultado a efectos de visor siguió sin ser del todo bueno, pero como sé que este juego espejo-prisma sólo actúa para enviar la imagen al visor, y se retira en el momento del disparo para que la luz vaya directamente hasta el fondo para generar la foto, pues imaginé que las fotos saldrían bien... No me pareció luego que hubieran salido mal, eran fotos sobre las laderas boscosas de robles y pinos del Alt Berguedà, por encima de la Pobla de Lillet, tonos verdosos y con el precioso anaranjado de las hojas marcescentes de los robles, intercalados con el pardo del pasto de invierno; un fondo cromático intenso que no permite apenas distinguir posibles manchas... de hecho, tampoco en la zona de cielo, más adecuada para detectarlas, observé nada que me llamara la atención...

 

 

No he vuelto a usar la cámara hasta este fin de semana pasado, en el que hemos subido a la Tossa Plana de Lles desde Cap de Rec, y me he encontrado con un sin fin de pequeñas motas redondeadas en las imágenes, distribuidas de forma notoria sobre la nieve y el cielo luminoso de la alta montaña, un tipo de imagen que sí es sensible a cualquier interferencia por minúscula que sea. Y he tenido que volver a ello, a abordar el problema, he tenido que investigar e ir descartando posibles causas, profundizando cada vez más en las honduras de la máquina y procurando ser cada vez más exquisito en la manipulación. La limpieza exhaustiva de mi objetivo habitual, en sus lentes externa e interna, más en ambas caras del filtro ultravioleta que utilizo, no sirvió para nada. Hice pruebas con mi otro objetivo, el 80-200, y seguían apareciendo las mismas manchas en el mismo sitio. Bien, el problema está dentro, me dije: no está en las lentes, ni tampoco en el combinado espejo-prisma, porque por él no pasa la luz de la foto... El problema es más profundo, se ubica más al interior... Repasé mentalmente las tripas de la réflex: más allá del espejo, que se levanta en cada disparo, está la cortinilla del obturador, que además puedo ver si levanto manualmente el espejo.... Umm, la cortinilla, algo que sugiere el corazón de un misterio, el acceso camuflado al “sancta sanctorum”, al meollo del asunto... El mecanismo que se desplaza una fracción de segundo para que la luz acabe su viaje donde ha de acabarlo, en lo más hondo. Umm, en una analógica lo que hay detrás de la cortinilla es directamente la película fotosensible, que luego retiras para revelarla. En una digital ha de haber algo equivalente, que fije la imagen y la envíe a la tarjeta de memoria... Nunca había buceado tan adentro de mi cámara digital en busca de las sombras... Y efectivamente, retirando el objetivo y disparando en función manual a la velocidad más lenta posible, descubrí lo que creo que llaman “placa sensible”, un rectángulo verdoso algo irisado, casi un espejo pero distinto, con un aspecto de hermosa fragilidad inquietante... Aquello que “capta” y retiene definitivamente la luz de la imagen... “Aquí estoy ante el alma de la cámara”, me dije...

 

Con un cepillo de esos que van combinados con una perilla de aire, empecé a manipular suavemente, combinando el aire con suaves toques de cepillo y fotografiando a continuación al cielo, una textura y una luz perfectas para detectar posibles manchas o sombras. Exacto, estaba ante el problema: las manchas eran distintas, habían cambiado en cantidad, tamaño, ubicación... La suciedad estaba ahí, en el “alma” de la cámara... Tal vez agravada por la manipulación grosera del espejo y el prisma de hace un mes, con material inadecuado que dejaba rastros muy cerca de la placa. Había encontrado el lugar, pero mis primeras manipulaciones no daban resultado, porque las sombras simplemente eran distintas: seguían ahí, interfiriendo la imagen pura del cielo. He necesitado dos tardes y decenas y decenas de disparos, cada uno de ellos seguido de la comprobación de la imagen en el ordenador y la siguiente manipulación con cepillo y aire, para ir depurando poco a poco las manchas, las sombras que atenazaban el alma de mi cámara. Ha habido momentos de progresión, de obtención de una limpieza casi total solamente empañada por un par de minúsculas sombras marginales... Seguidos por recaídas estrepitosas, porque mi último intento por suprimirlas generaba en la imagen siguiente una nueva proliferación de manchas... He perseverado, qué remedio, y ha habido un momento esta tarde en el que me he sentido satisfecho por fin con el resultado: una imagen limpia, sin sombras aparentes... Entonces he zarandeado la cámara y he vuelto a disparar, y han vuelto a aparecer ciertas manchas... Vuelta a empezar otro rato largo de montar el objetivo y disparar, instalar la tarjeta de memoria en el ordenador y comprobar, y vuelta a desmontar objetivo y disparar a baja velocidad para insistir en ese brevísimo lapso de tiempo con el aire-cepillo, muy suavemente, más aire que cepillo, una y otra vez así, con este protocolo monótono y casi cansino...

 

 

En un momento determinado me ha parecido por fin que el resultado era satisfactorio. Aún me quedaba luz natural para seguir haciendo probaturas, pero me ha parecido satisfactorio y he parado. No es fácil saber qué es lo satisfactorio cuando estás dentro del corazón, o más allá, dentro del alma, tratando de limpiarla de sus sombras. No es fácil tener claros los criterios concretos para dar por concluido el tratamiento, para dar por bueno lo que observas. ¿Qué es lo que te decide a dar por bueno lo conseguido? ¿Tal vez el hecho de haber empeorado antes la situación cuando casi estaba bien, nomás que por la ambición de ir un poquito más allá? ¿Quizás el cansancio o la rendición? Ni siquiera puedo estar totalmente seguro del éxito de la operación, ni de su perduración en el tiempo. ¿Debería seguir, y seguir, y seguir el protocolo? Tampoco sé si actuar directamente sobre la placa sensible de la cámara es recomendable, aunque por el momento el resultado es bueno. ¿Me la estaré cargando? ¿He abierto la caja de los truenos? ¿Será peor el remedio que la enfermedad? ¿Volverán a aparecer sombras y tendré que repetir el protocolo? No sé, pero algo había que hacer. Nunca había llegado tan adentro en la persecución de las sombras de mi cámara, manchas que afean la hermosura de lo que su alma verde iridiscente es capaz de captar. Quizás tenga que repetir el proceso, quizás todo sea en sí mismo un proceso inacabable, ahora que he descubierto el lugar donde se generan las sombras y que puedo tratarlas. Nunca había estado tan adentro porque nunca había sospechado antes que el problema estuviera ahí. Ahora lo sé, y el alma de mi cámara permanece limpia por el momento, o como mínimo menos sucia que antes... Seguramente habrá más sombras en el futuro, pero he aprendido y sé que puedo intentar combatirlas para que ella pueda seguir percibiendo el mundo en toda su prístina belleza.

 

 

 

 

PD: pensando sobre todo esto, me ha dado por imaginar que no es casual esta afloración de manchas precisamente en esta excursión, ni mucho menos. La última vez que subí a esta cima, además por la misma ruta, fue hace cuatro años justos, en enero del 2008. Se trató de una excursión muy plácida, en la que gozamos de un día estupendo y de una montaña bastante más innivada que este último fin de semana. Y de una compañía muy especial, al menos para mí; fue una jornada límpida y feliz a todos los niveles. Ahora también ha sido una jornada con una compañía especial, pero inevitablemente distinta... Y una jornada también plácida y límpida, aunque no quizás de manera tan “integral” como la de entonces, como se empeñan en demostrar las fotos obtenidas. En estos cuatro años han ido pasando cosas, lo que en sí mismo ya es lo que toca y lo que tiene que ser… Entre otras, he cambiado de máquina digital... Pero algunas de esas cosas han sembrado ciertas sombras en mi interior, y es como si la máquina de fotos se hubiera empeñado de pronto en visualizarlas precisamente en las imágenes de esta actividad… No sé, sólo creo en la casualidad... He tenido unas cuantas cámaras de fotos, parte de las cuales aún conservo y están operativas, y las he sentido siempre como parte de mí y las he querido a todas. Lo que no hubiera imaginado nunca es que pudieran llegar a convertirse en un reflejo de mi interior. Y de su manejo... Ir de afuera a adentro, despacio, incrementando la finura del tratamiento según se profundiza... Evitar manipulaciones groseras y en lugares equivocados, generalmente demasiado superficiales... Aplicar perseverancia... Y nada de zarandeos, por favor... Tal vez las sombras vuelvan a aparecer, o no... Tendrán que ver con las circunstancias cambiantes entre mis dos últimas ascensiones a la Tossa Plana, o quizás con otras cosas distintas; hay tantas cosas... En cualquier caso, confío en saber estar esperándolas a pie firme y con la estrategia adecuada, sin miedo.

 

 

PD y II: no debe ser casual que las imágenes de montaña, especialmente invernal, con su luz y claridad, constituyan el mejor test para detectar las manchas, no. Siempre he creído que la montaña en general es ideal para ello. Supongo que es uno de los motivos por los que voy a la montaña.

 

PD y III: estoy revisando las últimas pruebas, y comienzo a pensar que me conformé demasiado pronto: empiezo a ver algunas pequeñas manchas... En serio.

 

 

PD y IV: os asocio primero la galería de hace cuatro años y luego la de el otro día.



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